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Editorial
Martes 02 de abril de 2024
Sorpresa positiva en Imacec
El 4,5% de febrero es una buena noticia, pero la volatilidad de corto plazo no permite afirmar que se haya consolidado una etapa de crecimiento sostenido.
Un sorpresivo crecimiento de 4,5% registró el Imacec en febrero respecto de igual mes del año pasado, superando así largamente las expectativas de diferentes agentes privados. La cifra, impulsada por la existencia de un día adicional debido al año bisiesto y por un fuerte repunte experimentado por la minería, también da cuenta de un mayor dinamismo en los sectores de servicios.
El registro conocido sugiere al menos dos reflexiones. Después de un ajuste macroeconómico muy complejo verificado en los últimos años, se ha producido una estabilización y marginal crecimiento en la demanda interna. Esta dinámica se observa desde hace unos meses y la cifra de Imacec conocida ayer confirma aquello. De este modo, aunque algunos sectores económicos están pasando por una importante crisis —como es el caso del rubro inmobiliario—, otros, ligados a los servicios, muestran un mayor dinamismo, el que debería continuar durante el año. Así, de no mediar sorpresas, el crecimiento en 2024 debería ubicarse en el rango de 2% a 3%, lo que coincide con una estimación de crecimiento tendencial para la economía de 2% y con algunas holguras acumuladas en los últimos años.
Una segunda reflexión, sin embargo, dice relación con la volatilidad de las cifras mes a mes, la que puede conducir a sobreinterpretar el guarismo conocido ayer. Los vaivenes de la producción minera introducen mucha de esa volatilidad; de hecho, una vez incorporados los factores de desestacionalización, la cifra de crecimiento en 12 meses llega a 2,8% en febrero, más en línea con lo esperado por el mercado. En este contexto, la reacción del ministro de Hacienda, Mario Marcel, es entendible, al enfatizar que la economía dejó atrás un difícil ajuste macroeconómico y una etapa de contracción. El optimismo, sin embargo, es menos justificado a partir de la cifra conocida. En efecto, la volatilidad de corto plazo indica que la fase de crecimiento sostenido no está consolidada y que, si algo, esta debería converger a una tasa de crecimiento potencial cercana al 2%. Converger a ese número desde arriba del 2% o desde abajo puede ser importante, pero es una cuestión de segundo orden respecto de la magra tendencia de largo plazo que acarrea la economía.
Por cierto, en el corto plazo, la mayor expansividad le quita algo de presión al Banco Central respecto de la velocidad para bajar su tasa de interés de política monetaria. Las tasas reales continúan siendo altas, y ajustes adicionales son sin duda necesarios. Con todo, y si bien la evidencia de que la economía no ha entrado en una etapa marcada de holguras de actividad sugiere que el tránsito hacia una tasa neutral continúa siendo importante, la velocidad de esa convergencia podrá ser evaluada ahora con más información, habida cuenta de la volatilidad cambiaria que hemos observado en los últimos meses.