Hace algunos días, la ministra del Interior se transformó en intérprete de las insólitas palabras del Presidente Boric. Fue ella quien terminó aclarando que con eso de “más Narbona y menos Craig” se refería en realidad a “más Fontbona”. Confirmó así que el Presidente “progre” había actuado de modo odioso y anticuado dividiendo a una familia en “dos ramas”. A minutos de que Tohá explicara el jeroglífico del Presidente, políticos socialistas salieron a defenderla y a culpar a la ministra Vallejo por su silencio. No es primera vez que levantan la voz para decir que Tohá estaría asumiendo costos que no le corresponden.
Esas reyertas están bien para la pelea interna de los partidos, pero hacia afuera solo se ve un desesperado intento por repartirse “equitativamente” las culpas.
El socialismo no es víctima sino protagonista del Gobierno. Es el corazón de esta administración, no un socio minoritario. Ocupan los principales ministerios y la mayoría de los más cuestionados: Vivienda, Interior, Justicia, Segpres, Hacienda, entre otros. La “pérdida” millonaria de recursos públicos y las demoras en la reconstrucción; los indultos a delincuentes; las pensiones de gracia; la descoordinación con el Congreso; y el estancamiento económico, todas son áreas a cargo de ministros del “ethos” socialista. O Socialismo “Democrático” como se llaman a sí mismos.
Fue la ministra del Interior (PPD), y no uno de los representantes de la coalición de la “moral superior” (FA-PC), la que determinó que un funcionario de confianza debe dejar el Gobierno cuando sea formalizado, blindando de una a Miguel Crispi, asesor principal de La Moneda. Así de baja fijaron la vara para las responsabilidades políticas.
El victimismo que pretenden exhibir no funciona. Han gobernado abrazados al Frente Amplio y Partido Comunista. Se sumaron corriendo al Gabinete, casi con la misma velocidad que la expresidenta Bachelet saltó de su silla para ir al encuentro de Fidel Castro, imagen registrada en un video que se viralizó hace algunos años. No pusieron ninguna condición. No exigieron cambiar ni una sola coma del Programa de Boric.
La ministra Tohá llegó al Gobierno después de ganarse la simpatía del Presidente como vocera del texto de la Convención. A ella le gustaba esa Constitución y la defendió con entusiasmo. Un texto que destruía la democracia, violaba la igualdad ante la ley, terminaba con la separación de poderes y asfixiaba la libertad. Es decir, socialismo cero democrático.
Es cierto que la ministra Vallejo actúa como vocera de sí misma y no del Gobierno. Pero quien está a cargo del Ministerio del Interior, en cualquier gobierno, es la figura central.
Es tarde para este victimismo socialista. Si les gustan los megáfonos (literal) que los cargos les otorgan, no pueden pretender eludir las responsabilidades de ser parte (y protagonistas) de un mal gobierno. Este es su gobierno y quizás sea hora de asumirlo.
Las figuras presidenciales del oficialismo se han dado cuenta de que mientras más lejos del Presidente y del Gobierno sean vistas, mejor para sus opciones futuras. Por eso una calla (Vallejo) y a la otra la victimizan (Tohá). Ninguna quiere pararse sobre la “no gestión” que su gobierno realiza. Si así fuera, estarían peleándose los micrófonos y no evadiéndolos. Pero hagan lo que hagan, el “no legado” del Presidente Boric y de su equipo será una carga compartida.