La revisión de la pauta informativa del fútbol chileno se vincula este año con la seguridad en los estadios. Por razones de innegable connotación ciudadana, como las consecuencias de los incendios en la región de Valparaíso, se suspendieron partidos. En Santiago hubo un operativo gigante para la Supercopa, que terminó en un fracaso por la acción de los vándalos de la barra de Colo Colo. Con posterioridad, los partidos de los albos y los de U. de Chile estuvieron bajo la lupa de la Delegación Presidencial, que retrasó la autorización de todos sus encuentros por sus observaciones.
En concreto, la instancia que lidera Constanza Martínez bajó aforos e incluso no autorizó el encuentro entre la U y Cobresal porque no había suficiente contingente policial. Sin embargo, ayer, en que se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, con actos masivos durante la jornada que obligaron a la presencia de Carabineros, no tuvo reparos para autorizar el “Arengazo” de la Garra Blanca, cuyo visaje fue solicitado por Blanco y Negro.
Un desacierto, porque no se permite jugar, realizar la actividad madre del fútbol profesional, pero sí se aceptan actos colaterales que afectan a la vida de la ciudad. Atrapados por los violentistas, que se toman las calles aledañas para perpetrar sus ilícitos, Colo Colo prefiere que el “Arengazo” se realice en el interior del Monumental para evitar molestias a los vecinos. La Delegación Presidencial, tan estricta con el fútbol, no es capaz de garantizar el orden público y ante la disyuntiva opta por entregarse a los designios de una barra brava.
En materia directiva, las inconsistencias son variadas. Cuando Coquimbo Unido eliminó con justicia a Universidad Católica, quedó claro que el ciclo de Nicolás Núñez se complicaba. La sensación creció al escuchar las declaraciones de Juan Tagle, presidente de Cruzados, que dejaron sin piso al entrenador. Por eso no se entiende que se maltratara a un técnico que se formó en el club como jugador, echándolo antes del entrenamiento del jueves.
Tuvieron todo el miércoles para tomar una medida que estaba lista. Se discutirá que Núñez nunca plasmó su idea en la UC, pero sumarle en el despido la campaña del año anterior no es justo, más aún si consideramos que los sacó de la zona de riesgo. La Católica estaba cerca del descenso cuando se fue Ariel Holan, no solo en los puntos, sino que también en el juego. Al final llegó a la Copa Sudamericana.
Uno de los errores de Núñez fue guardarse todo y no salir a defender su gestión, en la que recibió un plantel mal armado (por Holan), con contratos largos y escasas opciones de fichajes. Que no diera una conferencia de prensa en su salida dice mucho.
No trajeron a Jonathan Gómez, Miguel Torrén, Benjamín Kuscevic y César Pérez, los nombres prioritarios del técnico saliente. Sí Nicolás Castillo, cuyo peso a través de las redes sociales pavimentó su retorno a San Carlos, a pesar de no estar en competencia desde enero de 2022.
Me inscribo entre los que creen que José María Buljubasich ha realizado una gran gestión como director deportivo: consiguió seis de los 16 títulos nacionales que luce el club. Por eso no se explica, y menos aún considerando su pasado como gran arquero, que el plantel actual no tuviera un suplente a la altura de las circunstancias.