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Editorial
Viernes 08 de marzo de 2024
Brechas en oportunidades laborales
Es indispensable estudiar las alternativas de política para permitir mayor adhesión de las mujeres menos calificadas al mundo laboral.
Para el bicentenario, la tasa de ocupación de la mujer en edad de trabajar alcanzó a 42,3%. En 2023, ella promedió un 47%. Una proporción más alta se había alcanzado el año 2019, cuando se empinó a un 48,3%. La pandemia hizo retroceder significativamente las oportunidades laborales de las mujeres. Su tasa de empleo el año 2020 alcanzó a solo un 40,3%, un retroceso de 14 años. Desde ese entonces se ha recuperado gradualmente, pero aún no se aproxima a los niveles previos a la pandemia. Si el país lo hubiese satisfecho, habría 109 mil mujeres más empleadas que en la actualidad. Pero esa tasa de empleo de la mujer de 48,3%, la mayor que se ha registrado en Chile, es inferior en cinco puntos porcentuales a la del promedio de la OCDE. Si ello pudiera lograrse, otras 416 mil mujeres tendrían una ocupación. No es una meta que sea muy ambiciosa; países como Australia, Nueva Zelandia, Canadá o Países Bajos tienen para sus mujeres en edad de trabajar tasas de ocupación que son entre 10 y 16 puntos porcentuales más altas que la nuestra.
Mayor flexibilidad laboral y legislar definitivamente de mejor manera el beneficio de sala cuna, que hoy solo incluye a un grupo reducido de mujeres que trabajan en empresas con 20 o más trabajadores, son dos aspectos que podrían contribuir a aumentar la tasa de empleo. Esta última regulación actúa, además, como desincentivo a la contratación.
El aumento en la tasa de empleo de la mujer no ha sido homogéneo. Ello se comprueba analizando a las mujeres de entre 25 y 59 años, rango en que suelen ser más consistentes en su participación laboral. La tasa, en este segmento, subió de 55% en 2010 a 67% en 2023, un incremento relativo mayor que para todas las mujeres en edad de trabajar. Para las menos calificadas (que no complementaron su educación secundaria), la tasa de empleo es en la actualidad solo de un 47%, mientras que para aquellas mujeres que completaron sus estudios superiores ese indicador alcanza un 80%.
Esa heterogeneidad era más acotada hace algunos años y las mujeres menos calificadas exhibían tasas de empleo más altas.
Esta polarización en oportunidades de las mujeres es algo que requiere más atención. En particular, es indispensable estudiar las alternativas de política para permitir que haya una mayor adhesión de las mujeres menos calificadas al mundo laboral.
Según la encuesta suplementaria de ingresos del INE, una vez que se controla gruesamente por edad y educación, la brecha salarial entre hombres y mujeres habría caído entre 2010 y 2022 en al menos seis puntos porcentuales. Esto es un cambio positivo, pero las brechas son aún significativas. En promedio, del 29%. Por cierto, controlando por otros aspectos, quizás estas brechas podrían reducirse más.
Otras fuentes de información pueden entregar resultados distintos. Esto, seguramente, es un reflejo de la acción de muchas organizaciones que están abordando con mayor dedicación las desigualdades de género.
Continuar progresando en este ámbito sigue siendo urgente. Estos son esfuerzos que crecientemente deben requerir de una mayor coordinación entre los sectores privado y público.