Cuando el dólar llegue a mil será la oportunidad para introducir una nueva moneda que surja de quitarle tres ceros a los pesos que usamos actualmente. Dividir por 1.000 es muy fácil en la práctica y simplifica mucho el manejo de las platas a personas y la contabilidad a las empresas. Además, ir a la paridad con el dólar facilita las comparaciones internacionales con las principales monedas.
Los cambios en la unidad monetaria en el mundo casi siempre se producen en respuesta a períodos de muy alta inflación, que no solo generan pobreza, sino una complicación práctica mayúscula. En Brasil, el plan Real —consecuencia de la hiperinflación de comienzos de los 90— llevó al reemplazo de su moneda en 1994, a razón de 2.750 cruzeiros por cada nuevo real. La experiencia de hiperinflación en Chile, que alcanzó su máximo de 746% en abril de 1974, dio origen al peso actualmente vigente un año después, determinándose que mil escudos equivalían a un peso.
La instauración de una nueva moneda no soluciona el problema inflacionario por arte de magia, sino que es solo una parte menor de un programa de ajuste fiscal y monetario importante. Pero estos planes macroeconómicos también requieren revertir la desconfianza en la moneda doméstica. Revivir una moneda con hiperinflación es virtualmente imposible, por lo que nada mejor que crear una nueva.
La situación actual en Chile es totalmente diferente. No hay hiperinflación, ni ninguna razón macroeconómica para un cambio de denominación. Pero la simplificación en los cálculos y en la comparación con las principales monedas del mundo justifica seriamente avanzar hacia la paridad con el dólar. Además, es ahora o nunca.
En tiempos anormales con crisis de inflación, el cambio de denominación no puede esperar, pero en tiempos normales este cambio solo tiene sentido práctico cuando la paridad peso-dólar es múltiplo de 10, fenómeno que se debería dar cada 240 años. Ello no supone una paridad fija con el dólar ni ningún otro experimento monetario, sino solo buscar realzar el rol de unidad de cuenta que cumple el dinero.
Quizá la tarea más compleja sea ponerle un nombre a la nueva moneda. ¿Nuevo peso? Poco creativo; seguro que los grandes comediantes del Festival de Viña tendrán mejores ideas. La historia de Chile independiente está llena de ejemplos creativos que podrían ayudar a una “lluvia de ideas”: el Cóndor, el Doblón, el Escudo, el Peso Paloma o el Peso Pechugón.
Tarea para la casa: “Póngale nombre al peso”.