Hoy se cumplen dos años desde el inicio de la invasión rusa a gran escala en Ucrania. Ese momento fue precedido por ocho años de agresión de baja intensidad. La guerra se inició en 2014 con la ocupación de la península de Crimea por Rusia y la invasión rusa en algunas partes de las regiones de Donetsk y Luhansk.
Entre 2014 y 2022 cerca de 200 rondas de negociaciones de paz tuvieron lugar entre Rusia y Ucrania y unas 20 veces fue acordado el cese el fuego. Sin embargo, en febrero de 2022 Rusia rompió el proceso de paz tras invadir Ucrania.
En los planes de Putin estaba ocupar toda Ucrania en pocos días o semanas. Dos años después Ucrania sigue luchando, habiendo recuperado más de la mitad de los nuevos territorios ocupados, superado el bloqueo naval tras hundir un tercio de la Armada rusa del Mar Negro y formado una coalición global en apoyo a Ucrania.
Moscú no parece tener ninguna intención de poner fin a la agresión, retirar sus tropas de ocupación de Ucrania o buscar soluciones diplomáticas. Putin sigue enviando miles de soldados a sacrificarse en batalla, esperando obtener un pequeño éxito antes de sus “elecciones” en marzo. Además, Rusia sigue lanzando ataques de centenas de drones y misiles sobre ciudades pacíficas ucranianas, provocando numerosas víctimas civiles y causando daño a la infraestructura crítica.
Los planes del dictador ruso van más allá de conquistar y “castigar” Ucrania por su deseo de vivir de manera libre e independiente. Putin cree que Rusia está por encima del Derecho Internacional y ve su misión en expandir el territorio y la zona de influencia de Moscú. Por esta razón los líderes rusos no paran de amenazar a los países occidentales, en primer lugar a sus vecinos en Europa.
Para Rusia, las razones para iniciar esta guerra no tenían nada que ver con asegurar el estatus neutral de Ucrania, impedir la ampliación de la OTAN, proteger a la población ruso-parlante o cualquier otro pretexto falso. La razón principal fue conquistar tierras, exterminar una nación independiente y soberana, además de socavar la seguridad global por medio del cambio de fronteras en Europa.
La agresión rusa contra Ucrania es la guerra más sangrienta en Europa en los últimos 80 años. Al iniciar este conflicto, Putin tenía como objetivo rediseñar el mapamundi y reescribir la historia. Dominar Ucrania debería ser el primer paso de un plan más amplio: volver a dividir el mundo en zonas de influencia. Pero gracias al coraje de los ucranianos, hasta ahora, dos años después del inicio de la guerra a gran escala, Rusia sigue estancada en el primer paso.
Ni en 2014, ni en 2022, el agresor fue “provocado” para destruir la paz; la guerra fue una decisión deliberada del liderazgo ruso. Moscú confiaba que Ucrania iba a caer muy pronto y el mundo lo “tragaría”. Pero no fue así. Ucrania, con la ayuda de otras naciones libres, hizo fracasar esos planes.
Estamos muy agradecidos de todos los países y pueblos que nos ayudan en esta lucha. Con esta asistencia internacional hemos podido sobrevivir y resistir a la invasión. Porque los países democráticos y sus líderes se dan cuenta de que el apoyo a Ucrania es la mejor manera de prevenir una guerra mayor en Europa. Si Ucrania no triunfa, el costo para todo el mundo sería mucho más alto. Por ello, nuestro mensaje común es la unidad y resiliencia frente al terror ruso. No podemos dejar que la agresión contra un Estado soberano sea normalizada y banalizada en el siglo XXI. En cambio, debemos movilizar todas las fuerzas para restaurar una paz justa. Pues es el deseo común de todas las naciones que el Derecho Internacional y cooperación prevalezcan sobre un conflicto militar.
Ningún país quiere la paz más que Ucrania. Pero el camino a esta paz justa y duradera pasa por ganar la guerra en el campo de batalla y expulsar a los invasores de nuestra tierra. Los esfuerzos verdaderos para lograr la paz están concentrados en la Fórmula Ucraniana de Paz. Son 10 puntos que incluyen no solo el fin de hostilidades, sino también la seguridad nuclear, energética y alimentaria, los derechos humanos y justicia, el cumplimiento de la Carta de la ONU, entre otras cosas.
El resultado de la agresión rusa contra Ucrania definirá la línea divisoria entre el bien y el mal, entre lo permitido y lo prohibido en el siglo XXI. Por todo ello, el mundo civilizado debe unirse para ayudar a Ucrania a ganar esta guerra, evitando así el colapso del mundo contemporáneo basado en las reglas del Derecho Internacional.
Yurii Diudin
Embajador de Ucrania en Chile