El 9 de diciembre del año pasado fue el último partido oficial de Palestino. Ese día, en Rancagua, y con gol de “Maxi” Salas a los 36 minutos, el equipo dirigido por “Vitamina” Sánchez se impuso 1-0 a O'Higgins, resultado que le dio la clasificación a la fase preliminar de la Copa Libertadores 2024 al terminar en la cuarta posición del campeonato chileno.
Pasados dos meses y 11 días (es decir, 73 días), el elenco de colonia debutará en esa Copa por la cual luchó estar enfrentando a Portuguesa de Venezuela como visitante, sin haber jugado un solo partido oficial. Ninguno.
Impresentable es lo menos que se puede decir, más allá del dato de que si todo hubiese sido “normal” en términos de calendarización, tendría un partido jugado (ante Everton en Viña del Mar y que fue suspendido por la emergencia en la Quinta Región). Pero, seamos serios, eso no le quita ni le pone al tema.
Claro, Palestino en rigor no tiene responsabilidad única y directa en esta situación anómala. Pero sí, como institución, tiene un grado importante al avalar en el consejo de presidentes donde participa la ridícula e insostenible determinación de que el fútbol de la Primera División de Chile esté parado más de dos meses sin justificación más potente que diferir o acortar tiempos de contrato con nuevos jugadores para ahorrarse unos pesos (aun cuando, en ese mismo lapso, los clubes siguen recibiendo sagradamente sus dineros de la televisión).
Más allá de lo aborrecible que es en términos de gestión esta medida elucubrada por mentes mercantilistas básicas, lo peor es que esta determinación atenta claramente a las posibilidades competitivas de un equipo chileno en la arena internacional.
Palestino no sabe a ciencia cierta cuán preparado está, qué falencias colectivas tiene, cuáles son sus carencias específicas, si tiene asentado el ideario táctico que impone su entrenador, si sus nuevos jugadores han logrado ensamblarse con los antiguos.
Es grave tener todas incertezas previo al estreno en que Palestino representará, además de sus colores, su escudo, su camiseta y su identidad, al fútbol chileno.
Hoy, simplemente, ese partido con Portuguesa hay que imaginárselo, dibujarlo en la mente. Apostarlo.
Por si no se sabe, hay que señalar que el cuadro de “Vitamina” Sánchez ya no tiene en sus filas a dos de sus jugadores emblemáticos y titulares permanentes en 2023, el delantero Salas que se fue a Racing, y el volante Agustín Farías, a Universidad Católica.
A ello hay que agregar que llegaron como refuerzos Gonzalo Sosa (Audax), Junior Marabel (Unión de Santa Fe), Michael Fuentes (Audax), Pablo Palacio (Ferro) y Nicolás Linares (Banfield), quienes no se han probado más que en los entrenamientos y en algún partidillo amistoso.
Lo peor es que si a Palestino no le va bien en la Copa, si no cumple con las “expectativas lógicas” (hay algunos incautos que aún creen que a un equipo venezolano hay que, mínimo y como obligación, pasarle por arriba) se llenarán espacios para hablar de lo mal que estamos y, lo peor, que no sabemos por qué nos pasa esto si tan buenos jugadores tenemos.
Pamplinas. Sean serios. Háganse ver de una buena vez.