¿Valdrá la pena buscar nuevos adjetivos para los causantes de los últimos desmanes en el Estadio Nacional? Vándalos, delincuentes, antisociales, descerebrados, desadaptados están usados y repetidos hasta la saciedad. ¿O será más productivo reparar en las reacciones del medio ante tamaña bestialidad? Seguramente.
Por ejemplo, las declaraciones de Arturo Vidal: “En un partido como el de Argentina con Brasil se estaban matando y se siguió jugando. No sé por qué en Chile somos tan graves…, en otros lados pasan cosas peores y se sigue jugando”. Estos dichos se suman a los que recién dedicó a la decisión del Sifup de parar por el aumento de extranjeros en los equipos, calificándola de “tontera”.
A Vidal deben decirle que lo de “King” es un apodo, que en Chile no existe la monarquía y que, por último, los reyes también tienen obligaciones sociales. Además, es llamado así por lo que juega y no por lo que habla. Y estaba haciendo un muy buen partido hasta la suspensión.
Pablo Milad, presidente de la ANFP, a quien se le reconoce su actuación en el tema del aumento de extranjeros y en la mejoría de las medidas de seguridad en los estadios, a pesar de que fueron sobrepasadas, tuvo otra frase para sumarla a la de Vidal: “Este partido no es extrapolable a la realidad del fútbol chileno. Este es un partido puntual, con una hinchada puntual; son aislados los hechos de esta envergadura”.
Sí es extrapolable. Lo que ocurre es que la caja de resonancias que ofrecen Colo Colo y el Estadio Nacional no es comparable con otros recintos y protagonistas. Y la violencia, además, crece. ¿No lo vemos, además, en el país? Es que el delito es imitable para los cientos de pajarones que sobrevuelan por ahí.
Carlos Palacios aportó una joya: “Nos dijeron que los carabineros les quitaron un lienzo y por eso empezó todo. Ellos decían que no estaban tirando cosas ni haciendo nada”. Hay que decirle a Carlitos que el ingreso de lienzos al estadio está restringido.
Último ejemplo: el gobierno ha anunciado, a través de la delegada provincial metropolitana, Constanza Martínez, “un proceso sancionatorio contra el organizador y presentaremos querella contra los responsables”. Es decir, contra la ANFP.
¿No sería más razonable esperar que el gobierno “ayude” al fútbol antes que “sancionarlo”? Es cierto que fallaron los controles ideados para este encuentro, pero es lo mismo que sucede con los planes antidelincuencia que se anuncian permanentemente por el Ministerio del Interior.
Si el fútbol está amenazado por la delincuencia y el fútbol es de interés social, obviamente merece el cuidado de las instituciones del Estado. Los tres poderes deben funcionar a su favor. Los tribunales chilenos dictan en exceso la precautoria de prisión preventiva, lo que no ocurre con los delincuentes de las barras bravas. ¿Los hay? Por supuesto. Entre los detenidos del domingo había “ocho que mantenían orden vigente con distintos tribunales del país y por distintos delitos”, según Carabineros.
Y esto no ha terminado. Tal vez está comenzando un nuevo ciclo. Porque los cerebros mágicos de la organización han decidido entregar el Estadio Nacional, esa enorme belleza que nos heredaron los Panamericanos, a la Universidad de Chile. Los de Abajo están esperando para superar la actuación de la Garra Blanca.