La sabiduría popular nuevamente ilustra mi sentir. Las muestras de respeto y reconocimiento mutuo que las élites políticas fueron capaces de desplegar, y, a partir de ellas, mostrar un nivel básico de amistad cívica, recuerdan que lo cortés no quita lo valiente. Todo, a propósito de la trágica muerte del expresidente Piñera.
La conducta exhibida por las élites políticas entre el martes y viernes pasado, rápidamente se ha suspendido. ¿Amnesia temporal? Fue abrupto cómo emergió esa amistad cívica, y duró solo el lapso de la realización de los funerales de Estado. Este fin de semana emergieron recriminaciones de lado y lado, intra e ínter conglomerados de Gobierno y oposición, respecto de la valoración del expresidente, de culpas y reproches de lo obrado. Esas críticas mutuas siempre miran hacia atrás, con escasas muestras de preocupación por políticas públicas para el presente y futuro de las personas.
Las chispas de esperanza que algunos abrigamos por lograr un deseado punto de quiebre y pivote para avanzar en implementar políticas públicas para mejorar el bienestar de las personas que residen en Chile, a partir del triste episodio de los funerales de Estado del expresidente, se van extinguiendo rápidamente. Lo cortés y lo valiente normalmente no van de la mano en las élites políticas. Solo parece operar en funerales de Estado.
Si se detuvieran a leer el último informe de proyecciones económicas del Banco Mundial, debieran alertarse de que se nos viene un corto y mediano plazo de pocas luces. Son múltiples las señales de mitigación del proceso de globalización económica de bienes y servicios, de mayores los riesgos de shocks negativos por cambio climático que afectan negativamente a todo el mundo, pero especialmente a países más pequeños y exportadores de commodities, como Chile, haciéndonos más vulnerables. Es esperanzador en relevar los impactos positivos en bienestar de episodios largos de inversión en los países, cómo estos se vinculan con reducir la desigualdad, la pobreza extrema, y con mejorar el acceso de la población a infraestructura. Se destaca el aporte de Chile con un episodio: de 1986 a 1993. Otros países aportan más, como Corea del Sur. Es patente el desafío de contar con más episodios largos de inversión alta y sostenida, que cambien el prospecto de desarrollo de las personas.
Desde 1990, Chile ha avanzado construyendo instituciones que reducen su vulnerabilidad económica: ejerciendo y reglando el principio de disciplina fiscal; apostando por la apertura de mercados; mejorando la disponibilidad y calidad de la infraestructura pública como caminos, puertos, aeropuertos u hospitales; mejorando las instituciones que observan la libre competencia; mejorando algunas instituciones del mercado laboral y relativas a la previsión social; mejorando los niveles de inversión pública en educación y salud. Pero al mismo tiempo subsiste un relativo consenso de las múltiples deudas pendientes, respecto de las cuales ha habido muy poco avance. No se han construido los acuerdos necesarios para abordarlos, y dan cuenta de los pocos episodios de inversión larga y sostenida en el reporte del Banco Mundial.
La falta de políticas públicas oportunas no solo no permite avanzar decididamente, sino que arriesga estancamiento e incluso empobrecimiento (ver caso de países cercanos). Lo cierto es que conformamos una población que vive más, con menos hijos, con nuevos siniestros a los temidos terremotos o erupciones volcánicas, inserta en una economía con desafíos energéticos por el cambio climático y que desde los albores de la República ha enfrentado escasez y carestía de viviendas. Constatamos menor fecundidad y que la carga de trabajo (remunerada y no remunerada) de las mujeres es mayor que la de los hombres. A pesar de todo, no emerge un sentido de urgencia por oportunas políticas públicas. Las élites políticas relevan las diferencias, enlodan al adversario y minimizan que los acuerdos son su principal obligación.
No concretar políticas públicas oportunas es costoso, y se perpetúa por la amnesia temporal y una aparente premisa que legítimas diferencias solo se sobreponen en un juego de suma cero. ¿Cuánto ahorro previsional adicional hemos dejamos de hacer? Por años, pocos han objetado que al menos un 2% adicional se destine a cuentas personales, aunque no hay acuerdo de quién las administraría, ni cómo disponer del 4% de cotización adicional. Resolver donde no hay objeción, es más que ser cortés sin dejar de ser valiente. Es avance.
Bernardita Escobar Andrae
Profesora titular, Escuela de Administración Pública - FACEA Universidad de Valparaíso