Joe Biden y Donald Trump han recibido aparentes buenas noticias en cuestionamientos que los complicaban. Un informe sobre el manejo de documentos clasificados determinó que no hay evidencias para levantar cargos contra el Presidente Biden por haber guardado tales papeles en sus oficinas privadas; mientras, en una audiencia efectuada la semana pasada, jueces de la Corte Suprema se mostraron escépticos sobre la posibilidad de marginar a Trump de las primarias de Colorado por supuesta participación en una insurrección, el 6 de enero de 2021, después de perder las elecciones. Con todo, siguen las dudas sobre las capacidades de ambos.

Si bien el informe sobre los archivos confidenciales no acusa a Biden, describe una situación quizás más embarazosa para él, pues señala que “su memoria tiene limitaciones significativas”, destacando que no recuerda cuándo murió de cáncer su hijo Beau ni cuándo salió del cargo de vicepresidente. Ello entrega más argumentos a quienes consideran que por su edad, 81 años, no está capacitado para un nuevo mandato. Desde su entorno salieron a defenderlo, criticando al autor del informe como motivado políticamente, y que referirse al hijo fue algo “personal y malintencionado”.

Es obvio que la edad será un tema de campaña, y que una descripción del Presidente que pone en duda su capacidad intelectual afecta la percepción que tienen los electores. Y así parece confirmarlo un sondeo realizado entre el 8 y 9 de febrero, en el que el 86 por ciento de los encuestados dicen que por su edad Biden no les parece apto para un segundo mandato. Para Trump tampoco es muy favorable el resultado, porque el 56 por ciento dice que ambos están muy viejos, algo que en teoría podría favorecer a sus desafiantes si no estuvieran tan detrás de ellos en las preferencias.

Frente a este cuadro, los asesores le recomiendan a Joe Biden evitar enfocarse solo en atacar a Donald Trump —que es lo que ha hecho durante los últimos meses— y preocuparse más de probar que es quien mejor puede liderar Estados Unidos. La idea sería demostrar con hechos que está en plenas capacidades físicas, mentales e intelectuales para dirigir el país más poderoso del mundo. Un esfuerzo, sin embargo, difícil cuando su estado físico y frecuentes lapsus le juegan en contra.

Para Trump, la edad también es un tema, pero la percepción de la gente es que tiene carácter y energía suficientes. Sus debilidades tienen que ver con los 90 cargos criminales. Hasta ahora ha logrado usar esos temas en su beneficio, siempre acusando de que lo persiguen por causas ideológicas, y levantando polémicas que causan escozor en los analistas pero que encantan a sus seguidores. Por ejemplo, su última declaración sobre dejar que Rusia “haga lo que demonios quiera” con cualquier país de la OTAN que no cumpla sus compromisos de gasto en defensa: mientras unos señalan lo peligroso de sus dichos, otros simplemente consideran que Estados Unidos no puede estar siempre dispuesto a usar sus recursos. La pregunta es si el apoyo que hasta ahora le dan sus partidarios menguaría ante una eventual condena. Muestra de que el tema judicial le preocupa es que acaba de solicitarle a la Corte Suprema que se le reconozca inmunidad presidencial y así evitar ir a juicio por sus intentos de revocar las elecciones de 2020.