Señor Director:

El gobierno, al designar como director de La Aurora de Chile a fray Camilo Henríquez, buscaba “un redactor que adornado de principios políticos, de religión, talento y de más virtudes naturales y civiles, disponga la ilustración popular de un modo seguro, transmitiendo con el mayor escrúpulo la verdad que sola decide la suerte y crédito de los gobiernos, y recayendo esta en el presbítero fray Camilo Henríquez, de la orden de la Buena Muerte...”.

Son requisitos que, a lo largo de la historia de nuestro periodismo, se han planteado constantemente como los ideales del buen comunicador. En años recientes, han sido periodistas —en diversos medios y especialmente en Ciper— quienes han revelado casos de corrupción y abusos que de otro modo no habrían sido llevados a la justicia.

Juzgar no es el papel del periodismo. Solo le corresponde investigar y denunciar. En las premonitorias palabras del decreto de nombramiento de fray Camilo, debe hacerlo “transmitiendo con el mayor escrúpulo la verdad”.

Vale la pena tenerlo presente en el día de hoy, cuando se cumplen 211 años desde la aparición de nuestro primer periódico.

Abraham Santibáñez
Premio Nacional de Periodismo 2015