El 2024 es un año cargado de elecciones en el mundo. Son más de 80 comicios de distinto tipo: presidenciales, parlamentarios o municipales, que afectan a más de 4.200 millones de personas. En unos 50 países se eligen los gobernantes; entre ellos, siete de las diez naciones más pobladas del orbe: India, Estados Unidos, Indonesia, México, Bangladesh, Rusia y Pakistán. La democracia será la protagonista, sea porque se realicen elecciones limpias y justas o, por el contrario, fraudulentas y amañadas, que beneficien al autócrata de turno. Como a Vladimir Putin, en Rusia, o a Nicolás Maduro, en Venezuela.
Bangladesh fue el primero en votar, ayer domingo; hoy se conocen los resultados. Su futuro no parece crucial para el resto del mundo, pero sí para India, que confía en que siga bajo su alero, y para Estados Unidos, al que no le gustaría que el país cayera bajo la influencia china. India también tendrá elecciones (entre abril y mayo), en las que el actual Primer Ministro, Narendra Modi, pretende quedarse en el cargo, ejercido con un estilo autoritario que muestra la endeble salud de la democracia más grande del mundo.
El sábado se elige presidente en Taiwán, un sistema democrático consolidado que está en el centro de la lucha geopolítica entre China y EE.UU. El resultado sí que puede remecer el ambiente internacional. El probable triunfo del candidato oficialista podría motivar a Beijing a elevar al máximo la tensión en la zona, obligando a Washington a ir en apoyo (o no) de su aliado. Pakistán es una incógnita por el papel de los militares en la política, que podría definir el resultado del 8 de febrero. Y la semana siguiente, en Indonesia, un presidente muy popular y con inclinaciones autoritarias buscará mantener su influencia con el eventual triunfo de la dupla formada por su hijo y el actual vicepresidente.
En marzo habrá comicios en Rusia e Irán, dos países que están lejos de ser democráticos. Con candidatos presos o inhabilitados, información controlada y represión a la disidencia, las elecciones serán poco más que una farsa para legitimar a las autoridades. La primera mitad del año verá también elecciones en Sudáfrica, otro país que lucha por mantener su democracia dentro de normas aceptadas.
En América Latina, tres países que desafían la imaginación democrática: El Salvador, México y Venezuela. Cada uno da para un artículo propio, pero aquí solo llamo la atención sobre los desafíos que para la democracia significan líderes populistas que buscan (y en el caso venezolano consiguen) hacer del sistema algo propio. Nayib Bukele, el “dictador cool”, según se autodescribió, tiene innegable influencia sobre políticos que lo ven como un modelo. El mexicano AMLO podría proyectarse otro sexenio si logra imponer a su candidata. Maduro se debate entre hacer elecciones reales y perder, o seguir aislado del mundo.
El año terminará con las elecciones de EE.UU. ¿Trump versus Biden? Sería una revancha con final incierto, y una prueba de resistencia de la democracia más emblemática.