Hace unas semanas falleció Robert M. Solow, un brillante economista y profesor que dedicó toda su vida académica al MIT. Fue distinguido con la medalla J. B. Clark, al economista norteamericano menor de 40 años que se considere haya hecho una gran contribución al pensamiento económico y al conocimiento, además de recibir el Premio Nobel en Economía en 1987 por su trabajo en el campo del crecimiento económico, el cual desarrolló en una serie de publicaciones durante las décadas de 1950 y 1960, y siguientes. Tuve el privilegio de ser su alumno en el MIT y contar con él como director de mi tesis de doctorado.
En esta columna, examinaré la tesis principal de su teoría, sus extensiones y su relevancia para abordar cómo retomar el crecimiento en el Chile actual, considerando también contribuciones de otros economistas en los últimos 50 años.
Solow motivó su investigación tratando de explicar el crecimiento de la economía de EE.UU. basada en el aumento del empleo y la acumulación de capital, pero pronto se percató de que ello contribuía solo a aumentos temporales en el crecimiento, ya que eventualmente se encontraban con el problema de los rendimientos decrecientes. Fue entonces cuando Solow llegó a la conclusión de que los avances tecnológicos son los que explican las diferencias en el crecimiento sostenible o tendencial de una economía. Este fenómeno se conoce como el crecimiento de la productividad total de factores (PTF).
La PTF depende de diversos factores, como las políticas e instituciones que permiten reasignar recursos a sus mejores usos, la innovación en los procesos productivos y la creación y/o adopción de nuevas tecnologías y nuevos productos. Trabajos posteriores, en particular Philippe Aghion y sus colaboradores, han destacado el rol de la innovación y la difusión del conocimiento a través del mecanismo Schumpeteriano de destrucción creativa. Economistas como Douglas North, Daron Acemoglu y James Robinson, entre otros, han enfatizado la necesidad de tener un Estado de Derecho y derechos de propiedad sólidos que sienten las bases para la inversión y la innovación. En particular, entre los factores que afectan el crecimiento de la PTF se encuentran: (1) la inversión en capital fijo con tecnologías más productivas y en infraestructura para aliviar cuellos de botella que obstaculizan la eficiencia productiva; (2) la inversión en capital humano, a través de la educación, conocimiento y habilidades de los trabajadores, ya que esto aumenta la productividad laboral y facilita la adopción y adaptación de nuevas tecnologías más productivas; (3) estabilidad macroeconómica y eficiencia del marco regulatorio y de los servicios del Estado; (4) apertura externa, competencia y flexibilidad en la organización de la producción, lo que permite una mayor eficiencia. A esta lista se le puede agregar (5) un sistema político que posibilite acuerdos para generar cambios y reformas necesarias para sostener el crecimiento.
A largo plazo, es el crecimiento de la PTF el que genera aumentos significativos en el nivel de producto per cápita y en calidad de vida. Entre los años 1000 y 1820, la tasa de crecimiento promedio del producto per cápita global fue inferior a 0,05% anual. Entre 1820 y 1870 aumentó a 0,5% anual y entre 1951 a 1973 alcanzó 3% anual. Esos grandes saltos en el crecimiento se atribuyen principalmente a aumentos de la PTF. En palabras del premio nobel de Economía Paul Krugman: “La productividad (total de factores) no lo es todo, pero en el largo plazo es casi todo”.
En el caso chileno, las mediciones del crecimiento sostenible o de tendencia en las condiciones actuales lo ubican por debajo del 2% anual para la próxima década, incluyendo la estimación reciente del último IPoM que lo sitúa en 1,9% anual. Este bajo crecimiento tendencial se explica principalmente por el bajo crecimiento de la formación de capital, del capital humano y la gran baja del crecimiento de la PTF, que ha sido ha sido prácticamente nulo o incluso negativo en la última década, según la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP).
¿Por qué es problemático? Porque reduce la posibilidad de mejorar los niveles de vida de la población y cerrar las brechas con el producto per cápita de los países avanzados. Además, como destacó la reciente comisión liderada por Manuel Marfán, el crecimiento es el principal determinante de ingresos fiscales sostenibles, por lo que el financiamiento de derechos sociales también está condicionado, en gran medida, a la capacidad de crecimiento.
Tenemos una serie de oportunidades para aumentar el crecimiento, identificadas en diversos estudios nacionales (e.g., CNEP) e internacionales (e.g., OCDE). Algunas de estas oportunidades incluyen: (1) mejorar la eficiencia y reducir los costos e incertidumbre en los procesos de aprobación y ejecución de proyectos, tanto en el ámbito del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental como en el de permisos sectoriales. Esto requiere reducir la interferencia política y la “permisología”, simplificar la operatoria, acortar plazos de aprobación y reducir la complejidad de las regulaciones; (2) mejorar infraestructura, agilizando y mejorando los procesos tanto de inversión pública como de concesiones, para remover cuellos de botella a la inversión privada y a los aumentos de productividad; (3) en las discusiones sobre las reformas tributaria y de pensiones es importante considerar incentivos a la contratación, formalidad, ahorro e inversión.
Hay reformas que deben implementarse ahora, aunque sus efectos se sientan a largo plazo: (1) mejorar la calidad de la educación temprana, básica, media y técnica para mejorar el capital humano y la equidad; (2) avanzar en flexi-seguridad para facilitar la reasignación del trabajo hacia actividades más productivas dentro y entre empresas y sectores; (3) fortalecer la institucionalidad de innovación.
Estas políticas son complementarias y se refuerzan mutuamente. La baja calidad de la fuerza laboral afecta la productividad, el emprendimiento y la innovación, factores cruciales para aumentar el crecimiento tendencial y reducir la desigualdad. Las rigideces en el mercado laboral limitan los aumentos de productividad y restringen la participación laboral de jóvenes y mujeres.
Aunque sabemos dónde están las oportunidades para dar un salto en productividad y crecimiento, ha sido un desafío avanzar en ello. Las reformas pro-crecimiento pueden no brindar beneficios inmediatos a un gobierno con un mandato limitado de 4 años, pero son esenciales para el país. Es necesario convocar a todas las fuerzas políticas para avanzar en una agenda procrecimiento para así crear condiciones que permitan al país seguir progresando y evitar la frustración que podría convertirse en caldo de cultivo para futuras incursiones populistas.