Hugo Chávez tenía un programa de televisión, “Aló, Presidente”, que se transmitía semanalmente con hora de inicio pero no de término, y que en promedio duraba seis horas. Hablaba de lo que quería y sin interrupciones. Si el Presidente Boric pudiera elegir su regalo de Navidad, sin dudas pediría un “Aló, Presidente”.
Hace todo lo que puede por replicar el modelo. El domingo pasado habló dos veces durante el día del plebiscito, y en ambas oportunidades sin posibilidad de preguntas de la prensa. Esa práctica ha pasado a ser una costumbre. Comunica lo que quiere y no deja que le pregunten. Más fácil sería que enviara un video.
Los conflictos del Presidente Boric con los medios se han transformado en un patrón de conducta. Se le ha visto burlándose de periodistas en los puntos de prensa, increpando a uno por tomarle una fotografía en La Moneda, e intentando dejar en ridículo a otros (y otras), abusando de su posición de poder. Lo que se busca es amedrentar a jóvenes reporteros que la pensarán dos veces antes de atreverse a “incomodarlo” y preguntar lo que los chilenos quieren saber y no solo lo que él quiere comentar.
Esta forma de matonaje con la prensa es contagiosa en su sector. El día del plebiscito se vio al alcalde Jadue bajándole a la fuerza el micrófono a una periodista porque no quería responder. Si eso lo hubiera hecho un político de derecha la polémica seguiría instalada. Pero el medio afectado le bajó el perfil declarando en vivo que, aunque “podía molestarle al alcalde Jadue”, no estaba bien “que le tomara la mano y se la bajara”.
El Presidente ha desarrollado, también, una obsesión por pautear a la prensa. Se queja de lo que dicen los diarios (aunque afirma no leerlos) y critica a matinales por no cubrirlo a él en directo inaugurando una plaza. Le molesta que den espacio a las noticias de delincuencia y corrupción. Se quiere inventar un país imaginario y tener a la prensa cómplice de ese engaño.
El récord de esta semana fue el punto de prensa de la vocera Camila Vallejo con Francisco Vidal, el nuevo presidente de Televisión Nacional, quien señaló que solo el resto de los canales podía elegir qué cubrir. Es decir, libertad editorial para todos, pero no para TVN. Notificó así que, en la práctica, pasaría de ser un canal público a uno del Gobierno. “Al Presidente no se le dice que no”, agregó. Qué miedo. ¿Se refiere a cuando le ofrece un cargo o también cuando le pida tener el canal a su servicio?
Los ataques a la prensa y el afán de controlarla son propios de las democracias iliberales. Ese concepto fue usado por primera vez en 1997 por Fareed Zakaria, para referirse a aquellos regímenes en que fuerzas políticas acceden al poder por medio del voto, pero una vez ahí, se dedican a intentar desmantelar los contrapesos al poder político.
Si la prensa se comportara como el Gobierno quiere, se destruye la democracia. Si solo informaran lo que ellos definen y cuando ellos lo deciden; sin preguntas o las que ellos eligen; se cubren las noticias que ellos priorizan y las otras se ocultan, se tendría a una ciudadanía a ciegas consumiendo propaganda gubernamental.
El Presidente Boric dijo en campaña que la prensa debe incomodar al poder, pero le faltó agregar el poder “de otros”. El de él y sus amigos no. A ellos hay que dejarlos gobernar tranquilos. No olvidar que se autoperciben como moralmente superiores.
Marcela Cubillos