Hace una montonera de años —o sea, 50— los que comenzábamos a investigar en el pasado de nuestro fútbol entendíamos que era un trabajo de gran responsabilidad, pues lo que concluyéramos se transformaría en obligada fuente de información para los investigadores del futuro, pues no había información oficial consistente. O no había nada, salvo los periódicos. Ni la Asociación Central de Fútbol, la ANFP de entonces, ni los clubes sabían algo de su pasado, salvo recuerdos perdidos y no verificables de algunos memoriosos.
Y así ha sucedido, como lo señala el historiador Sebastián Salinas en un escrito reciente que es prólogo del libro “Duelos del Centenario”, Selección Chilena 1910.
Ahora bien, el autor de este nuevo y notable libro, Sebastián Núñez, no tuvo en estos viejos textos de viejos investigadores una fuente de información, pero sí tuvo algo valioso también, como reconoce y agradece en su obra: una fuente de inspiración.
A Núñez lo conozco hace ya bastantes años por la Asociación de Investigadores del fútbol chileno, que él preside y de la que soy socio. Durante todo este tiempo he sido admirador de su trabajo. Lo digo: la profundidad de sus investigaciones me dejaba boquiabierto. Me parecía increíble que pudiera reunir tanta información sobre los distintos episodios futbolísticos, sus personajes y sus circunstancias. No he conocido a nadie que llegue tan profundamente y tan lejos en sus averiguaciones históricas. Los que investigamos estamos siempre intentando llegar a las raíces de los acontecimientos y nos alegra encontrar un dato “imposible”, pero nadie va tan lejos como este autor. Llega hasta el Big Bang y sigue hurgando.
¿Será porque es técnico informático? No lo sé, porque no conozco a otro. Lo cierto es que ha tejido una red impresionante de contactos. Red chilena y mundial para buscar o confirmar datos de nuestra historia futbolística. Contacta a personas e instituciones por todo el mundo. Gente de todas las épocas y lugares.
Con todo lo que he descrito queda claro que los trabajos investigativos anteriores a este constituyen sólo un acercamiento a los hechos investigados. Valiosos seguramente porque abrieron una ruta hace medio siglo y porque han servido de inspiración a producciones como ésta, que contiene datos que al aficionado y al profesional le parecerán increíbles.
Es un trabajo que no contiene opiniones ni más descripción que la necesaria para ubicar al lector en el tiempo y el espacio de los hechos y personajes investigados. Nunca he leído algo tan espectacular, advirtiendo que es un libro para tenerlo a la mano y a la vista, para consulta rápida y certera.
Ojalá Sebastián Núñez esté tomando nota de lo que ocurre en estos días, en que se ha aumentado a seis el número de extranjeros en la cancha para nuestros equipos, confirmando la colonización del fútbol chileno, convertido, como se ha dicho en esta columna, en una dependencia de la AFA.
Y que quede constancia para los investigadores del futuro.