Entrenador de bajo perfil, Gustavo Álvarez vino a Chile y dio el batacazo con Huachipato. Un mérito enorme, porque no variaron mucho los nombres desde el descenso de 2021 y la salvada de 2022. El argentino construyó un equipo que entendió que la presión en la salida y el manejo de la pelota eran el camino. En la hora decisiva, los acereros supieron ganar. Se encontraron con el autogol de Enzo Guerrero ante Ñublense y en el cierre no dudaron cuando Audax Italiano padeció una expulsión. Hicieron su trabajo y levantaron la tercera copa.
Dolor gigante para Cobresal, que en los últimos cinco cotejos ganó dos, igualó uno y perdió dos. Huachipato, en cambio, se anotó con tres victorias y dos empates. En el epílogo se apreció la diferencia de jerarquía de los planteles. Sin disponer de un cuadro muy dotado, Álvarez gestionó futbolistas que en la evaluación poseen mejor valoración que los de Gustavo Huerta.
Consumada la derrota de los mineros ante Unión Española, se escucharon y leyeron infinidad de teorías, el grueso desde el mundo del “compactismo” (ven compactos y no partidos, más aún si se trata de clubes chicos). Referían a razones anímicas e incluso algunos deslizaron sospechas. La realidad es una sola. Cobresal se forma cada año con jugadores sin más opciones de fichaje, que vienen del ascenso o bajaron. En Santa Laura eso se reflejó. Los niveles individuales, ante una circunstancia única, tal como sucedió en la goleada frente a Colo Colo en el Monumental, asomaron sin diplomacia. Pocos pidieron la pelota y la imprecisión marcó los 90 minutos. El juego fue horrible y cuando anularon el gol de Cecilio Waterman, el equipo quedó nocaut. Para una plantilla tan modesta, las ausencias de Guillermo Pacheco, Francisco Alarcón, Cristopher Mesías y Nelson Sepúlveda resultaron letales.
Dos factores influyeron en el último tramo. Por la carencia de un sub-21 confiable, Huerta se vio obligado a “quemar” esos minutos con el arquero Alejandro Santander, en desmedro de Leandro Requena. Un segundo aspecto fueron las detenciones del torneo, letales para una escuadra veterana.
El desafío de Huachipato y Cobresal es potente. El registro muestra que los clubes que disputaron fase de grupos en la Copa Libertadores y Sudamericana perdieron la categoría. Los dos sufrieron la experiencia de estructuras febles para dar la batalla en ligas mayores. Los de la usina se ven mejor aspectados, porque su abanico inicial es más rico. En El Salvador los dirigentes deben entender que, si no refuerzan con amplitud y jerarquía, lo más probable es que harán un papelón en la Libertadores y la doble competencia los llevará a pelear el descenso.
Se fue el torneo 2023 con la sensación de fracaso de los tres grandes. Colo Colo tuvo a tiro de cañón el título y lo dilapidó con un fixture envidiable. Universidad Católica salvó los muebles y maquilla con la Copa Sudamericana una temporada para el olvido, a partir del segundo ciclo de Ariel Holan. En el caso de Universidad de Chile, en soledad, con un plantel corto y mal formado (a diferencia de lo que cree Michael Clark), Mauricio Pellegrino terminó su contrato, con una campaña discreta, que pudo ser diferente si en Azul Azul hubieran tenido un mínimo de ambición al concluir la primera rueda.