El primer vuelo de expulsión del gobierno del Presidente Boric, con venezolanos deportados, falló antes de despegar. No por problemas técnicos, sino por ineficiencia del Ministerio del Interior, que es quien tiene la responsabilidad de dirigir y coordinar estas operaciones, desde el principio hasta el final.
Ante el fracaso, la ministra Tohá señaló que Venezuela no lo había autorizado y “harían gestiones al más alto nivel diplomático para resolverlo”. Pero el director del Servicio Nacional de Migraciones explicaba que solo faltó que llegara un papel a tiempo. Y esta es la tónica de siempre. Versiones contradictorias y solo está claro que la pega que había que hacer (deportar) no se hizo. La ministra suma así un nuevo bochorno en su ya pobre gestión.
Ella es la ministra del Interior y Seguridad Pública. Esa segunda parte del cargo no le gusta. Quiere, y lo ha intentado, que se la saquen luego. Pero la ley que le entrega esa materia a otro ministerio aún no se ha aprobado. Por tanto, la responsable política en materia de seguridad pública es ella. No el subsecretario Monsalve ni el director de Migraciones.
Carolina Tohá llegó al Gobierno como quien firma un contrato de adhesión. Se sumó a la agenda y programa del Frente Amplio y del Partido Comunista. Ni el Partido Socialista ni el PPD pusieron condiciones para integrarse ni exigieron cambios en el Programa de Gobierno. Los llamaron y corrieron. Sienten que Chile les debe un favor por haberse incorporado a esa “ingrata tarea”, pero olvidan, entre otras cosas, que los dos ministerios con más problemas (Vivienda e Interior) son dirigidos por ellos.
La ministra Tohá se integró al gabinete después de haber sido una de las voceras principales del Apruebo en el plebiscito del texto de la Convención. Es decir, defendía una Constitución que le quitaba herramientas al Estado para enfrentar la violencia y debilitaba a Carabineros. A ella se le entregó la responsabilidad de liderar el ministerio a cargo de la seguridad pública. Qué podía salir mal.
Tuvo, sin embargo, la posibilidad de un momento estelar, que hubiera marcado su carrera. Mientras tramitaba una agenda de seguridad, el Presidente Boric indultó a delincuentes del estallido. Pudo renunciar, pero eligió defender los indultos. Es decir, abrazada a la agenda de la extrema izquierda, validaba la libertad de delincuentes.
Y desde ahí, de tumbo en tumbo. Se ha transformado en una comentarista de los hechos de violencia, con declaraciones desafortunadas que solo confirman una completa confusión en materia de seguridad.
Hacen explotar una granada, en control de detención, hiriendo a una carabinera, y la frase es “que no es primera vez que sucede”. Se libera a una víctima de secuestro, y su comentario es: “Se pagó. Que es lo que se hace en estos casos”. Es decir, notificó al planeta que en Chile el secuestro funciona y se resuelve con plata.
La violencia está desatada. El Presidente Boric y su equipo no tienen agenda ni convicción. Eso pasa cuando se llega al poder promoviendo la violencia y se gobierna indultando delincuentes.
Ni megáfonos en la frontera ni invitaciones oportunistas a exautoridades. La ministra Tohá debe decidirse a “habitar” su ministerio completo: Interior y Seguridad Pública. O asumir la responsabilidad política ante el fracaso, y permitir que alguien llegue a ocupar ese cargo que, hace rato, al menos en su segunda parte, está vacante.