Señor Director:

Una columnista escribe en la página editorial de “El Mercurio” que el nuevo proyecto constitucional entrega “certezas” y que es “mejor”.

El día anterior don Juan Sutil había dicho algo parecido: “la nueva Constitución da certezas” y “permite ir cerrando las heridas del estallido social”.

Más que análisis mesurados de los contenidos constitucionales prospectivos, esto parece simple propaganda y gracioso voluntarismo de los opinantes. Si el cuestionado proyecto —vapuleado por la extrema derecha, la ultraderecha, la centroizquierda, la izquierda, la ultraizquierda y buena parte de la agonizante democracia cristiana— diera certezas y “fuera mejor”, no se estaría reportando por todas las entidades encuestadoras que el A favor va a perder por paliza, como antes le ocurrió al igualmente partisano y desventurado proyecto que pretendía una suerte de refundación de Chile..., a menos, claro, que a los ciudadanos les encante la incertidumbre y lo peor de la vida social y política.

Dejémonos de cuentos: una carta constitucional que no sea aprobada por una sustancial, significativa e inobjetable votación, y que no interprete a las vastas mayorías nacionales, incluidas personas apolíticas, independientes, de izquierda, del centro y de la derecha, será constantemente cuestionada, especialmente si es favorecida por una exigua diferencia.

El proyecto de la Comisión de Expertos perseguía eso: una suerte de unidad en torno a una nueva Constitución producto de la diversidad. Pero, personeros que creen tener clavada la rueda de la fortuna se la jugaron por el modelo ya fracasado que consistía en “pasar la máquina”. ¿Dará certezas y será mejor?

Lo siento, pero en esta pasada barrunto que Cristián, mi entrañable yerno, está equivocado…

Santiago Pavlovic