Señor Director:

En su respuesta (ayer), es lamentable que el señor Sabas Chahuán no haya comprendido el espíritu de paz de mi carta y haya contestado poniendo en duda información confirmada por los medios de comunicación y organizaciones internacionales, que han confirmado la existencia de túneles, armamentos, cohetes y misiles de Hamas instalados a propósito en medio de la población civil de Gaza.

Pero como no creo en las casualidades, me permito compartir con el señor Chahuán y los lectores que mis primos hermanos son descendientes de palestinos y judíos. Mi tía paterna, judía, se casó con un descendiente de palestinos cristianos, que como la mayoría de los palestinos emigraron a Chile escapando de los maltratos de los otomanos musulmanes.

Podrán imaginarse que en nuestra familia, entonces, las diferencias culturales, religiosas, políticas, educativas fueron la norma de los exquisitos almuerzos de cada domingo.

Sin embargo, para condenar actos inmorales jamás hubo diferencias.

Basta.

Hamas es una organización terrorista, que masacra a civiles, niños, mujeres, bebés y fetos en el vientre de su madre, de forma brutal y barbárica. Y que utiliza a su población civil para lograr su fin: aniquilar a los judíos e Israel.

Israel hace todo lo posible para resguardar a la población de Gaza y avisa a sus enemigos, dos horas antes de atacar, para evitar en lo posible dañar a no combatientes. Hamas impide y evita que su población se proteja y la utiliza como escudo para salvar a sus dirigentes.

Israel enfrenta una guerra de manera moral, evitando la mayor cantidad de muertes de civiles. Alcanzar la paz haciendo el menor daño posible es radicalmente diferente a hacer una guerra con el solo objetivo de aniquilar y hacer desaparecer al otro.

Cada uno sabrá en qué lado de la historia decidió participar.

Y nosotros seguimos eligiendo la vida y la paz.

Shalom.

Kathy Mlynarz Zylberberg