El gol de Chile a México en el Sausalito puede quedar entre los mejores goles del año. Por velocidad, por sincronización, por exactitud, por profundidad. Y por la importancia de la ocasión, nada menos que el estreno del seleccionado en los Juegos Panamericanos. Una reina del fútbol, la pared, fue ejecutada con punzante precisión por Damián Pizarro y Maximiliano Guerrero para que el atacante de La Serena convirtiera el gol, también con certero remate.
Una joya.
Y así le ganó Chile a un rival siempre duro como es México en cualquier división, aunque todavía quedan quienes creen que a los aztecas siempre se les ha ganado con facilidad. Estos juegos no fueron la excepción y costó mucho, aunque la cuenta pudo ser mayor, pues las ocasiones no faltaron. Sin embargo, parte de la crítica ha considerado que la presentación chilena fue débil, mediocre, sin considerar la histórica dureza que encontramos en este rival, lo que constituye grave ignorancia. Hay demasiada gente inexperta conduciendo demasiadas cosas importantes en el país. No importaría que sean inexpertos si al menos leyeran la historia. ¿Cuántos libros más tendrán que publicarse para que la manga de ineptos aprenda algo?
Pero no ha sido el fútbol, obviamente, lo que más nos ha impresionado a todos de esta versión, la decimonovena, de los Panamericanos. La verdad es que los episodios importantes o emotivos se vienen con facilidad al ojo del recuerdo.
Por de pronto, el encendido de la llama panamericana por un trío notable: Lucy López, de 93 años, medallista de plata en salto alto en los primeros Panamericanos, acompañada de Nicolás Massú y Fernando González, nuestra dupla dorada olímpica. Hoy voluntaria en esta organización, Lucy motivó la emoción colectiva con su sola presencia entre estos dos colosos. La misma que en la concentración femenina en Buenos Aires en 1951 motivó que el enviado especial de la revista Estadio resaltara “la sonrisa morena de Lucy López”.
La ceremonia inaugural fue en sí excelente. En todo sentido. La inteligente presentación de nuestro territorio, incluidos sus bailes, fue un acierto. (Personalmente, eché de menos al Bafona, ahora en huelga). La música y sus intérpretes, adecuados y de calidad, con Los Jaivas, históricos, Los Bunkers y Los Tres, actuales y en forma.
La alegría inmensa de Francisca Crovetto al lograr la primera medalla dorada para Chile (y primera panamericana para ella en su carrera). Triunfadora en tantas competencias y en tantos lugares del mundo, conseguir esta distinción máxima en su propia tierra motivó un alegrón que todos compartimos.
Del mismo modo, la organización ha logrado comentarios elogiosos de muchos visitantes importantes, llegando a decirse que el país está para desafíos mayores. ¿Mayor que unos Juegos Panamericanos? Eso es … Juegos Olímpicos. Nuestros dirigentes han dicho: “¿Y por qué no?”.