Como todo órgano, los partidos tienen ciclos donde evolucionan, ascienden o tienden a desaparecer. Las condiciones del surgimiento, de su estabilidad y de su extinción paulatina tienen que ver con las correlaciones de fuerza, el contexto internacional, el desarrollo económico y su impacto en la estructura social, etc.
En Chile, la derecha ha vivido varios ciclos.
Por ejemplo, durante más de un siglo y medio la derecha se sostuvo en dos expresiones políticas, sociales, económicas, culturales y electorales. Los pipiolos y los pelucones se transformaron durante el siglo XIX en el Partido Liberal y el Partido Conservador, respectivamente. Dominaron la política chilena durante décadas, lo que no opta a que utilizaron la violencia política para definir su poder respectivo y ahí están las guerras civiles de 1830; 1851; 1859 y la de 1891.
En el siglo XX y bajo la Constitución de 1925, liberales y conservadores condujeron a plenitud dos gobiernos, el de Arturo Alessandri (1932-1938) y el de su hijo, Jorge Alessandri (1958-1964). Ese año, con el apoyo de la derecha y ante el temor del triunfo de Allende, cavaron su tumba al apoyar sin condición alguna a Eduardo Frei Montalva, seis meses después, marzo de 1965, liberales y conservadores prácticamente desaparecen del escenario político al obtener juntos solo el 12% de los votos.
Termina el primer ciclo.
Un año después la derecha se reorganiza y crea un nuevo partido, el Partido Nacional, donde confluyen los antiguos liberales y conservadores más sectores que provienen del nacionalismo. Esta derecha se recupera en las elecciones municipales de 1967, en las parlamentarias de 1969 e incluso levantan candidatura presidencial en 1970, con Jorge Alessandri, y pierden estrechamente con el Presidente Salvador Allende. Durante el gobierno de la Unidad Popular, la derecha se sitúa en oposición radical a este proyecto y logran crear un frente común con la Democracia Cristiana, a partir de fines de 1972. Estas fuerzas obtienen un triunfo relativo en las últimas elecciones antes del 11 de septiembre que ocurrieron en marzo de 1973 y donde el Partido Nacional alcanza el 21% y se constituye en el segundo partido más grande del país. Entre marzo y septiembre de ese año trabajan en la ingobernabilidad que resulta en el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Ahí se acaba otro ciclo de la derecha.
Pasarán 10 años hasta 1983 y en el marco de la crisis económica, social y su derivación política, la derecha se agrupa en tres fuerzas relevantes: Jaime Guzmán crea la UDI, Andrés Allamand funda Unión Nacional y Jarpa aporta con su Frente Nacional del Trabajo. Estas tres fuerzas se unen a principios de 1987 y forman el partido Renovación Nacional para apoyar a Pinochet en el plebiscito de 1988, sin embargo un año después, a principios de 1988, la convivencia entre Guzmán, Allamand y Jarpa se hace insostenible, lo que lleva Guzmán a retirarse y volver a fundar la UDI.
Retornada la democracia con la elección parlamentaria y presidencial de 1990 y durante los próximos 20 años, hasta el 2010, la derecha será representada por estos dos partidos, RN y la UDI. Su reaparición en democracia es con bastante más fuerza política y electoral que antes del 11 de septiembre de 1973 y eso se explica por la participación de centenares de militantes de RN y la UDI que colaboraron con la dictadura en ministerios, subsecretarías, intendencias, seremías, gobernaciones y esencialmente las alcaldías designadas por Pinochet.
A partir del 2010 a estos dos partidos de derecha le han surgido dos competencias, hacia el centro político el partido Evolución Política y hacia su derecha el Partido Republicano. Evopoli, en la última elección de diputados obtuvo el 3,5% de los votos, sin embargo los republicanos irrumpieron con el 10,5% de los votos. Adicionalmente, en la presidencial del 2017 surgió el liderazgo de José Antonio Kast que obtuvo el 8% de los votos, en la siguiente elección presidencial el líder republicano supero a toda la derecha pasando a segunda vuelta y forzando voluntaria o involuntariamente a respaldarlo frente a Boric, obteniendo el 44%.
A partir de ese momento, los republicanos se constituyen en una amenaza para la derecha de Chile Vamos y se consolidan en la elección de los convencionales del 7 de mayo pasado en donde Chile Vamos obtiene el 21% y los republicanos el 35%. Estamos, en consecuencia, en presencia del surgimiento de una nueva fuerza de derecha caracterizada por su autodefinición de derecha y no de centroderecha. Una fuerza, como ha quedado plasmado en la mayoría de los contenidos del Consejo Constitucional, que adscribe sin complejo alguno al liberalismo económico y la subsidiariedad en los económico y social y al conservadurismo pleno en lo cultural y valórico. Su identidad exitosa en la derecha se construyó rechazando la Nueva Constitución en el primer plebiscito, rechazando también junto al resto de la derecha y otras fuerzas, la propuesta de la primera Convención y hoy en día, finalizando el Consejo, tienen el poder para persistir en sus enmiendas aprobadas o abrirse a un acuerdo con los partidos oficialistas.
Frente a este nuevo cuadro que se aproxima, las fuerzas de izquierda y centroizquierda tienen la oportunidad de enfrentar los contenidos de esta nueva derecha con la misma fuerza y convicción con que los republicanos defienden sus ideas. Y este debate democrático frente a la ciudadanía desde la izquierda y centroizquierda debe colocar dos principios esenciales; la libertad en lo cultural y valórico y la igualdad en lo económico y social, entendiendo este último concepto como un piso civilizatorio mínimo en los derechos sociales para la construcción de una sociedad más libre y justa.