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Editorial
Lunes 02 de octubre de 2023
Drama trasandino
Argentina necesita poder cerrar un ciclo que ha sido nefasto.
Argentina sigue sumida en la decadencia económica. En los mismos días en que el dólar ha alcanzado valores históricos (superando los 800 pesos argentinos), y mientras los periódicos datos de inflación van marcando récord sobre récord, se ha conocido el dato más duro y tal vez el que mejor resume el drama trasandino: la pobreza alcanzó el 40,1% en el primer semestre, de acuerdo con las cifras oficiales entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
La riqueza argentina, que la llevó a estar entre las economías más fuertes del mundo a comienzos del siglo XX, asociada a sus capacidades agropecuarias, siempre tuvo su principal sostén en el capital humano. Así, hoy resulta doblemente paradójico que, en pleno 2023, en un país rico en recursos naturales, existan 11,8 millones de personas que están bajo la línea de la pobreza. Y, lo que es más dramático: la pobreza infantil llega al 56,2%.
Los datos se conocen solo tres semanas antes de la elección presidencial, en la que probablemente se jugará el futuro económico del país, entre el libertarismo de Javier Milei y el peronismo kirchnerista —forzadamente autocrítico a estas alturas— del candidato oficialista, Sergio Massa. Entremedio, la candidatura de Patricia Bullrich busca cambios de manera más moderada.
Todos los grupos de la población han sido afectados por la pérdida de poder adquisitivo y es muy probable que la inflación proyectada para lo que queda de 2023 generará a fin de año un nuevo incremento de la pobreza. Hay que tener en cuenta que la canasta básica ha anotado un aumento de 146,4% en los últimos 12 meses, incluso por sobre la inflación acumulada, que alcanza a un 124,4%.
Durante mucho tiempo, Argentina se caracterizó, a diferencia de otros países de América Latina, por tener una clase media muy expandida, con una importante movilidad social ascendente, donde los hijos solían estar mejor que sus padres. Hoy la realidad es la inversa y la solución al problema va a demorar décadas, pero además ocurrirá solo en la medida en que se enmiende fuertemente el rumbo.
Es evidente que el legado de experiencias populistas iniciadas a mediados del siglo pasado y la pugna política de los últimos 25 años, marcada por la irresponsabilidad y el clientelismo kirchnerista, han condenado al país a la miseria. La incapacidad para enfrentar el déficit fiscal —generado, entre otras razones, por enormes subsidios que irónicamente buscan aliviar la situación de los más vulnerables—, que presiona sobre la inflación y tiende a generar crisis cambiarias; la emisión monetaria desbordada; los controles de precios, y un largo etcétera de desaciertos han sido las causas tras el aumento de los índices de pobreza en este siglo XXI.
Hoy Argentina requiere con urgencia de la aparición de líderes que tengan la honestidad para admitir los errores cometidos, y cerrar un ciclo económico que ha sido nefasto.