Señor Director:

En el enriquecedor ambiente de los próximos Juegos Panamericanos y Parapanamericanos nace la oportunidad de enseñar por su nombre verdadero a la popular escultura conocida como “El pilucho” del Estadio Nacional. La réplica en bronce del Discóbolo, aunque en una versión diferente a la clásica, ya que presenta su cuerpo erguido y no en posición de lanzamiento del disco, merece el respeto del mundo deportivo y de todo el país. Sin embargo, su apodo generalizado relativiza negativamente la donación efectuada por la comunidad griega en Chile en 1958 y por lo cual en 1962 se le dio el nombre de avenida Grecia a la arteria ñuñoína, identificada con el deporte en todas sus manifestaciones.

Si el deporte es cultura, es también ahora la oportunidad de recordar que el Discóbolo original forma parte de los grandes tesoros del arte de la antigüedad clásica. Se le atribuye al escultor Mirón de Eleuteras, y es probable que haya sido elaborado originalmente en bronce hacia el año 450 a. C.

En los próximos días, cuando toda la atención esté puesta en lo deportivo, “El pilucho” debería vestir sus mejores galas.

Federico Gana Johnson
Periodista