El drama social y educativo en los niños y jóvenes derivado de la pandemia se hace cada vez más evidente. Cerrar esta brecha es, a estas alturas, urgente. Ciertamente más que aumentar la PGU o condonar el CAE, y me atrevo a decir que más importante que recuperar las listas de espera en salud. Desafortunadamente, “las prioridades de la gente” no parecen incluir a los niños.
Los recursos involucrados son cuantiosos, como muestra una reciente investigación para Estados Unidos (Goldhaber et al., 2023), que muestra que la pandemia perjudicó el aprendizaje en todas las escuelas, aun en aquellas que mantuvieron presencialidad. El impacto de la educación remota fue, sin embargo, devastador. En zonas pobres, la pérdida de conocimiento equivale a haber faltado 16 semanas al año a clases. En distritos de mayores ingresos, el déficit educativo equivale a “solo” once semanas. Y todo esto sin considerar el efecto acumulativo en el aprendizaje en los años posteriores.
Aunque los números para Chile podrían ser aún mayores —considerando las dificultades de muchas familias para conectarse a internet y generar un ambiente propicio al aprendizaje—, estas estimaciones permiten un cálculo grueso de los recursos necesarios para compensar esa pérdida. En promedio, los colegios con educación remota perdieron el equivalente a un día a la semana de clases respecto de los colegios con presencialidad, durante dos años, por lo que compensar esas pérdidas requeriría, por lo menos, recursos equivalentes a un quinto del presupuesto.
Es aquí donde los números se ponen color de hormiga. Tomando como base las transferencias del Ministerio de Educación a establecimientos educacionales en 2023, Chile necesitaría gastar (invertir) un total de 3.500 millones de dólares para compensar la pérdida educativa escolar. La cifra es significativa y quizá inalcanzable, pero los recursos asignados por el Gobierno no guardan relación con el tamaño del problema. En mayo de 2022, el Gobierno lanzó la política de reactivación educativa, conocida como “Seamos Comunidad”, por un monto de 25 millones de dólares —menos del 1% de lo necesario—. En la discusión presupuestaria pasada se anunció un gasto extraordinario por 250 millones de dólares para paliar el déficit educativo, pero no hay registros de que esos fondos hayan sido asignados. Más bien, la glosa de fortalecimiento de la educación escolar pública vigente tiene solo 10 millones de dólares.
Todavía no se conocen los detalles del presupuesto recién anunciado para 2024, pero los anuncios apuntan a que el asunto tampoco ocupa un lugar prioritario en la agenda .Como dice el refrán popular, “obras son amores, y no buenas razones”.