Juan José Ribera renunció a la banca de Curicó Unido tras la caída del cuadro de la Séptima Región como local ante Ñublense (por un expresivo 3-0). El “Coto” pidió perdón a los hinchas por la mala campaña que hoy tiene al equipo alojado en la última posición de la tabla. No es para menos. Ribera tuvo una estadística espantosa: una victoria, dos empates y seis derrotas. Y el DT piensa que, con su salida, las cosas deberían arreglarse para el club. Se siente el gran responsable, el culpable mayor de las penurias curicanas. Muerto el perro, se acaba la rabia, como dijo Xabier Azkargorta.
Mauricio Pellegrino, DT de Universidad de Chile, no lo ha hecho mejor en la segunda rueda del torneo. El equipo dirigido por el exdefensor de Vélez Sarsfield tiene en este período seis derrotas, cinco puntos en total, un 18 por ciento de rendimiento. Igual de espantoso que lo hecho por Ribera en Curicó.
Pellegrino, sin embargo, ha tenido otra postura. Desde hace rato el DT ha señalado que el progresivo decaimiento en el rendimiento de la U no es solo achacable a él. “Se nos exigen resultados de un equipo grande, pero en muchos aspectos de la institución, por momentos del pasado, por momentos del presente, hay muchas cosas para trabajar”, sintetizó tras la derrota en Copiapó.
¿Tiene Pellegrino razón? ¿O es más sincera la postura de Ribera? Más allá de la famosa frase que está instaurada como principio en el fútbol (y en otras actividades) que “los cambios siempre producen un remezón”, parece necesario establecer cierto equilibrio para encontrar la mejor solución para salir de la crisis.
Sí, Ribera y Pellegrino son parte del problema.
El “Coto” no logró establecer nunca una línea de juego colectivo, no pareció tranquilizar al plantel y no logró establecer conexión con los jugadores ni con los hinchas.
En la U, Pellegrino también debe asumir sus errores. El principal es no haber mantenido sus convicciones debido, quizás, a las presiones externas. Universidad de Chile en la primera parte del torneo era una escuadra pragmática. El DT había logrado estabilizar al equipo, lo había hecho jugar de una forma cuidadosa, muy de acuerdo a las posibilidades que le daban sus jugadores. Pero de repente eso cambió. En la U, en el entorno, los resultados —que eran buenos pero que no reflejaron nunca un gran poderío— viraron las convicciones de todos. Y lo que era claro se puso confuso, errático, pobre.
Sí, los DT tienen una cuota de responsabilidad. En las buenas y en las malas. Pero son parte del problema. No todo el problema.
Curicó debe entender que la campaña actual fue producida también por la ilógica decisión de dejar ir a su entrenador a mitad de año sin grandes razones. Y varios jugadores deben asumir que sus rendimientos han sido sorprendentemente bajos.
En la U, lo mismo. Ha habido una muy clara rebeldía e indisposición de varios futbolistas a asumir la visión estratégico-táctica del entrenador y han preferido alinearse a convicciones más propias de hinchas. Los dueños, directivos y accionistas de Azul Azul, para qué decir. Son ignorantes. Han creído que esto se arregla con poner el nombre, la camiseta y la historia y hacer un par de declaraciones tipo gerentes del supermercado.
Sí, claro. El hilo se corta siempre por lo más delgado.
Sigan así y verán cómo les seguirá yendo.