Cada vez que ocurren fiascos como el que tuvo Gustavo Petro con la senadora Isabel Allende, a la que confundió con la famosa escritora chilena, uno se pregunta quién revisa los espontáneos tuits de un político, y más todavía, de un Presidente que se precia de intelectual; tanto que siendo guerrillero su alias era “Aureliano”, por el personaje de Cien Años de Soledad. Y surge la duda de si son ellos mismos los que escriben en X, ex-Twitter, o si algún asistente joven e inexperto está a cargo de la cuenta del dignatario. No sabemos qué pasó con el mensaje en cuestión, solo que a los 40 minutos el Presidente colombiano lo eliminó, y 20 minutos después escribió otro con detalles del encuentro.
@petrogustavo es una cuenta muy activa. Al escribir esta columna, leo que Petro está en Cuba, en la reunión del G77+China: “Colombia Potencia de la Vida cumple su cita con la mayoría de la humanidad”. La gracia de X es que se recibe el feedback de inmediato. Los tuiteros colombianos le responden “quédese en la isla”, “esa es una reunión de burócratas, dictadores asesinos y pobretones”, en referencia a los más de cien líderes de los antiguos países “no alineados” que se reunieron en La Habana para “buscar una gobernanza financiera internacional más inclusiva”.
Por estos días tenemos que esperar los tuits de Petro desde Nueva York, donde se realiza la Asamblea General de Naciones Unidas, y a la que llevará los temas que lo inquietan, que además del financiamiento a los países pobres y el pago de su deuda, son la lucha contra las drogas y la crisis climática que, sostiene, “puede acabar con la especie humana y la vida en el planeta”. Sus asesores deben estar muy preocupados de ajustar bien los tiempos para evitar que al Presidente le pase lo mismo que el año pasado, cuando a una comida ofrecida por Joe Biden llegó una hora tarde y el anfitrión ya se había retirado. Lo de los atrasos (y las ausencias a reuniones programadas) es ya una costumbre. Nadie se sorprendió cuando dejó esperando 13 horas a los periodistas antes de partir en el avión a Santiago.
La agenda internacional de Petro es siempre agitada, pero este mes lo ha sido aún más, viajando a Chile, Cuba y Nueva York en 20 días, como si no quisiera quedarse mucho en Colombia, donde sufre con los problemas políticos y familiares. En cambio, en el exterior puede explayarse en los grandes temas globales, ofrecer soluciones teóricas para resolver problemas complejos, las que difícilmente pueden contrastarse y que en cualquier caso no alcanzaría a ver aplicadas. Como la propuesta para la paz entre Israel y Palestina que planteó en La Habana, con la tranquilidad de quien mira desde lejos un conflicto ajeno. O su intención de avanzar en “una profunda unidad del progresismo latinoamericano para configurar las fuerzas que puedan hacer perdurar la vida”, un frente en el que no excluye a las dictaduras de Cuba y Venezuela. Pero sí a la de Nicaragua, lo que confirmó hace pocos días, al comparar a Ortega con Pinochet. “Traidor a la guerrilla”, respondió indignado el nicaragüense. Todo por X, ex-Twitter.