La biografía de Elon Musk —el hombre más rico del planeta y dueño de Space X, Tesla y X (la antigua Twitter)— lanzada esta semana nos lleva a un viaje por el mundo de los genios. Como bien plantea Walter Isaacson —destacado historiador y autor de numerosas biografías—, meterse en el mundo de Musk, con quien en la práctica convivió dos años, es meterse a una montaña rusa. Una vez dentro, surge naturalmente la pregunta de si es posible ser genio y gran innovador sin ser “medio loco”.
Muchos grandes innovadores —como Einstein o Steve Jobs, por nombrar a algunos— han sido figuras controvertidas y difíciles de encajar en el establishment. Conviven en ellos capacidades muy desarrolladas y una distancia de la realidad que los hace intratables. Pero estas mismas características les permiten hacerse preguntas, momento a partir del cual surge la semilla de las grandes invenciones o descubrimientos. Después de todo, nadie demasiado cómodo hace avanzar la frontera del conocimiento humano.
Pero Musk parece ser una figura especial. De acuerdo con Isaacson, “está en permanente búsqueda de la incomodidad. Cuando las cosas andan bien, se latea. Es un adicto al drama”. El inconformismo es un arma de doble filo: si se transforma en una nube densa donde el vaso está siempre medio vacío, nos paraliza. Como si todos los problemas fuesen culpa de los demás o del “sistema”. Pero cuando el inconformismo nos empuja a buscar soluciones creativas a los problemas, es una fuente de avance. Ante el problema del cambio climático, en vez de liderar marchas, Musk lidera el desarrollo de la industria de autos eléctricos. Y ante el desafío de conectar la Tierra con el espacio, crea una empresa de transporte aeroespacial que nos acerca al universo. Genio y figura, caminando siempre entre la gloria y el precipicio.
El desarrollo de la humanidad ha estado por muchas décadas centrado en el debate de Transpiración vs. Inspiración. ¿Es el avance fruto del trabajo, el esfuerzo y el ahorro, o consecuencia de la genialidad de algunos, cuyas ideas revolucionarias mueven la frontera? Como siempre, hay de todo un poco, pero como diría Thomas Alva Edison —inventor de la ampolleta—, un 1% es inspiración y el otro 99% es levantarse temprano.
Para transpirar no solo se requiere la necesidad, sino también un cierto grado de inconformismo, que nos empuja a ir por más. El “achanchamiento”, a veces extendido entre quienes ya lograron algunas metas, no solo es fuente de inacción, sino también la receta perfecta para educar a jóvenes sin hambre. Al leer “Elon Musk”, más que admirar sus inventos o cuestionar su locura y excentricidad, vale la pena rescatar su esfuerzo por mantenerse incómodo. ¡Cuánta falta hace!