No se trata de muchas personas reunidas. Se trata de muchísimos sucesos negativos para el país que no se anulan unos con otros, sino que se suman todos como agua que hierve a borbotones. De aquí deriva la dificultad para las personas corrientes de poder seguirlos con atención, lo que genera desafección con los asuntos públicos. Violencia terrorista en La Araucanía, discusión constitucional, corrupción de las fundaciones truchas, la FOJI, el Sename, nombres de calles, etc. No es un caos, es la revolución que siempre nos han prometido el Frente Amplio y el Partido Comunista.
De aquí que ellos tienden a explicarlos como avatares más o menos normales de la vida. Nada especial de qué preocuparse. Respecto del caso fundaciones, tratando de disimular la corrupción, han insistido en la teoría del empate, como si todos fuéramos delincuentes. Y que, en el fondo, son las “estructuras” las delictuosas, por lo que habría que estatizar todas las expresiones de la sociedad civil. Con esto encubren su falta de liderazgo para conducir al país, su amoralidad (a los revolucionarios no les corresponde esa categoría burguesa) e incapacidad administrativa.
Respecto de la Constitución, vemos que todas las propuestas y acuerdos que se alejan del proyecto rechazado hace un año son descalificados como “partisanos” y “ultras”: propios de gentes pasadas de revoluciones, valóricamente añejas y libremercadistas. En el fondo, tratan de inhibir cualquier tipo de planteamientos diferentes. En esto hay una similitud con la táctica empleada contra el gobierno de Frei padre, en los años sesenta: dijeron que era solo reformista y no revolucionario. Y tuvieron gran éxito: acomplejaron a la Democracia Cristiana, logrando que su juventud se pasara al campo marxista. La derrota de septiembre pasado no fue más que un traspié, como lo afirmó Boric en su momento. Siguen insistiendo como si tal cosa.
Los domina su afán de subyugar al país a fuerza de suprimir o anonadar las capacidades y posibilidades de las personas para plantear y llevar adelante sus propias metas y caminos para sus vidas y familias. Esta actitud menospreciadora condena a los más débiles, abandonados por “Mejor Niñez” (Sename), o bloqueando sus ilusiones mediante el caos en las orquestas infantiles y juveniles, entre tantos otros sucesos desafortunados.
Es preciso superar el vacío espiritual en que nos quiere sumir la revolución, para que la multitud sea de chilenos orientados al amplio horizonte del futuro.