Se apagó con lentitud José Sulantay. Las noticias que llegaban desde Coquimbo presagiaban el final. Se inició en Deportes La Serena como puntero derecho sin saber que su nombre sería un símbolo del rival clásico de los papayeros. Coquimbo Unido fue su casa, con esas idas y vueltas que acompañan las relaciones largas y desinteresadas. En 2003, cuando el fútbol chileno transitó por una pobreza franciscana, arriesgó su prestigio para dirigir a los aurinegros, que vivían una severa crisis. Cosechó 17 puntos con un plantel menos que discreto. Era el estreno del descenso programado. Había que dar una mano.
Franco y directo, planteó la necesidad de resguardar el arco propio. También propició cambiar de ritmo, creía en los trazos largos, con menos pausa y sin enganche. Una blasfemia en los 80 y 90. En rigor, su lógica apuntaba al compromiso para recuperar el balón. Lo decía Orlando Mondaca en la revista Don Balón, cuando reconocía que, al llegar a Coquimbo Unido, Sulantay le leyó la cartilla: no bastaba con ser bueno para la pelota. Si quería jugar tenía que correr. A los 30 años se dio cuenta de que era capaz de ser otro futbolista.
La etapa de gloria se inició en 1987, cuando ascendió con Deportes La Serena. Un cuadro bien armado desde el fondo, que utilizaba líbero, Pedro Barahona; centrales que marcaban al hombre; laterales volantes, como Gustavo Álvarez, volantes de juego y trajín y delanteros explosivos. En 1990 llevó a Coquimbo a Primera División. En la fecha final, el fixture emparejó a los “Piratas” con Deportes Antofagasta en el grupo norte. Los “Pumas” llegaban con 27 unidades, un punto arriba de los coquimbanos. En el viejo Sánchez Rumoroso se impuso el local 3-2. Una fiesta que aún se recuerda, con la pegada del volante Juan Carlos Araya como figura excluyente. El puerto no durmió.
En el 91, con la base que ascendió, más algunas figuras que fueron por la revancha, como Pedro “Heidi” González, dio dura batalla a Colo Colo. El segundo lugar puso a Coquimbo Unido en la Copa Libertadores. Un logro inédito para un equipo modesto, en tiempos en que los albos, Cobreloa y Universidad Católica hegemonizaban la serie mayor. La Copa Libertadores 92, donde enfrentó al Cacique, a la UC, Newell's y San Lorenzo, le sirvió para entender el fútbol internacional.
Ya estaba preparado para dar el salto mayor. Cobreloa armó un plantel para ser campeón, pero las querellas internas horadaron la gestión de Fernando Cavalleri. El “Palo” se fue y el “Negro” tomó el timón luego de concluir la participación en la Libertadores. Una campaña extraordinaria, que le permitió dar su única vuelta olímpica en Primera División. Tipo simple y sencillo, una mañana de sábado, cuando los clubes locales se hospedaban en el hotel Gran Palace en el Paseo Huérfanos, accedió a la petición de José Alvújar, fotógrafo de Don Balón. “Pepe” lo llevó a la Feria del Disco en el Paseo Ahumada y le hizo una producción fotográfica con un CD de Illapu y la carátula del “Candombe para José”. Diríamos que hasta disfrutó la sesión, con el saludo de los transeúntes que veían al técnico de los nortinos.
En la hora de su partida, Sulantay fue algo más que el entrenador de la Sub 20 de los mundiales de Holanda y Canadá.