La verdad es que Jorge Sampaoli siempre me pareció un mal bicho. Un tipo con escasos principios y llegadas estrechas. Pero nunca diría que es un perdedor. Al revés, es un entrenador capaz de cualquier cosa para ganar algo (un partido, un campeonato, una cantidad de dinero). Y ha ganado bastantes partidos, campeonatos y cantidades. De modo que no puedo estar de acuerdo con Arturo Vidal cuando lo llama “perdedor”.
En realidad, cuesta estar de acuerdo en algo con Vidal, llamado “el King”. Aunque lo considero el futbolista chileno de mejor rendimiento internacional histórico, sus conductas lo ubican como el peor ejemplo, también histórico, de nuestro fútbol. Es cierto que hemos tenido y seguimos teniendo muchos curagüillas en nuestras canchas, pero ninguno más llamativo, estridente y reiterado que este “King”.
La confrontación entre ambos personajes en Brasil, tierra extranjera para ambos, es el duelo entre dos sujetos del mismo linaje o parecido.
Como siempre sucede entre estas personas, lo ocurrido ahora es una traición, porque se han despreciado.
El 17 de junio de 2015 fue arrestado Vidal por conducir bajo los efectos del alcohol. Estaba jugándose la Copa América, que Chile ganaría a Argentina en definición a penales. Por el estado en que quedó el Ferrari, está claro que el seleccionado chileno la sacó barata con sobrevivir. Además de eso, no sufrió condena alguna, ni legal ni deportiva, y sus compañeros declararon que el suceso “unió al grupo”, según Claudio Bravo; Alexis se sumó: “Negro, te banco y te doy todo mi apoyo como siempre. Lo más importante es que tú y tu familia y las otras personas están bien. Te quiero”. Mientras, sectores ciudadanos reclamaban que debía haber alguna penalidad. Pero no la hubo.
El entrenador Sampaoli tampoco tomó medida correctiva alguna y, hay que decirlo, resistió todas las presiones de la gente decente. Fue fuerte ahí.
Ya despejado, Vidal declaró estar arrepentido por haber bebido en el casino del que regresaba: “Tomé dos tragos, después tuve un accidente que todos saben. Puse en riesgo la vida de mi mujer, de muchas personas. Estoy muy arrepentido”. Y lloró.
No se ha sabido que Sampaoli se haya declarado arrepentido de haberlo perdonado sin más. Lo que dijo entonces el técnico para justificar su injustificable actuación fue: “No me parece excluir a alguien porque comete un error”. Y agregó: “Sabemos todo lo que puede aportar, que no pudo controlar su descanso. Eso será un tema de corrección interna”.
Por cierto, no fue el primer incidente de esta naturaleza de Vidal. Ya en 2011 había sido el “Bautizazo” y después de esa Copa América hubo otros, en varias partes. Y Sampaoli tuvo ocasiones para obtener o intentar obtener ganancias.
En Flamengo, ya en descenso en su carrera, Vidal no le servía a Sampaoli y este dejó de usarlo. Simple. Y el jugador, ya en otro club, lo llamó “perdedor”. Ni uno ni otro agradecieron sus gestos de antaño. No servían. Habían tenido una relación utilitaria y punto.
¿Habrá otras en la “familia del fútbol”? Tal vez. ¿Cómo habrá sido la relación de Dituro con la Universidad Católica, cuya partida no ha dejado ni un centavo al club y que parece ser amable y generosa? Su esposa dice que “falta saber cosas…”.