El medio futbolístico nacional, tan dado a las caricaturizaciones, ya determinó que este jueves Colo Colo juega el partido del año ante Deportivo Pereira.
La lógica que se impone es que los albos deberán resolver en ese encuentro ante los colombianos si son capaces de romper una racha molesta y clasificar a la segunda ronda de la Copa Libertadores, algo que no logra desde 2018.
El reto es claro: si pasa a los octavos de final se hablará de éxito. De lo contrario, se buscarán candidatos para la hoguera.
Pero hablar en esos términos simplistas no es lógico. Colo Colo, sus jugadores, el DT Gustavo Quinteros y la administración de Blanco y Negro no se juegan la vida en esos 90 minutos. Ni para bien, ni para mal. Pase lo que pase, tras el partido solo habrá matices pequeños en una evaluación que ya parece sentenciada.
Empezando por la dirigencia de BN y su visión reduccionista, sustentada en la lucha de poderes de todas las “sensibilidades” que componen el directorio, se puede anticipar que no habrá mayores cambios de principios si Colo Colo llega o no a la segunda ronda copera. Es más. Ya debe haber un discurso preparado para ambas instancias, que se adecuará a lo que pase ante los colombianos. Si se produce el éxito de la clasificación se dirá que se ha planificado bien, que se ha actuado con profesionalismo y realismo. Si no, que estuvo cerca de la meta, que hubo situaciones que no se pudieron manejar pero que se intentará aprender de los errores para, el próximo año, lograr el objetivo “porque hay equipo para pensar en eso”. Nadie, de este grupo, asumirá sus responsabilidades.
La clasificación o eliminación de la Copa tampoco cambiará mucho la sensación que hay del plantel. Es un grupo desnivelado, que presenta irregularidades notorias en lo colectivo e insuficiencias profundas en lo individual. A nivel local se puede disimular o por lo menos esconder un poco (no siempre), pero en el plano internacional no hay vuelta: si Colo Colo llega a pasar de etapa seguirá siendo un plantel de poca sustancia, liviano y sin argumentos potentes como para terminar en el grupo de la élite sudamericana.
Tampoco cambiará el resultado la opinión ya formada sobre el trabajo que ha realizado Gustavo Quinteros. Para muchos (generalmente exjugadores o exentrenadores albos), el argentino-boliviano no ha tenido la capacidad para sacar partido a lo que tiene y si llega a clasificar seguramente se le darán los méritos a la luna, al sol, a las estrellas o a la conjunción de los astros.
Para otros, que han defendido el trabajo de Quinteros desde que asumió en un Colo Colo herido casi de muerte, la eventual eliminación de la Copa no borrará algo que muchos pensamos: que es el entrenador albo más trascendente, competitivo y proponedor desde Claudio Borghi, más incluso que los otros DT que fueron campeones nacionales en este período.
Al empezar el juego ante Deportivo Pereira se hablará de definición trascendente, de lucha épica, de cuerdas flojas. Puro cuento: la historia ya está escrita.