Todo pasa por las designaciones.
Los árbitros y ahora las árbitras, están pendientes, sacan cuentas y sus carreras penden de que algún comité o un mandamás o un dedo influyente, los señale y designe. Es más plata.
Los partidos en Chile es lo menos, aunque todo suma; y no digamos eliminatorias, Libertadores o Sudamericana, y que mejor si hay mundial o mundialito a la vista.
En las designaciones está el dinero y cada encuentro por el extranjero significa unos dos mil dólares, pero hay que ser designado, claro. Todo pagado y además viático. ¿Se rinde o no se rinde? Si no se rinde se ahorra. En los partidos internacionales está el brillo.
El apetito de la televisión por el fútbol es insaciable y devora ligas, torneos, amistosos y lo que haya.
Se necesitan jugadores y un cuarteto arbitral y por tanto cuatro designaciones, partiendo por el principal. El VAR aumentó el número de jueces. Dos para un partido y tres para los importantes. Casi se duplicó la necesidad. Se hizo más atractivo el oficio. Y no digamos si hay vocación y ganas.
Pero hay que ser designado, eso es clave.
En Chile para el torneo local, por cierto, hay un bono que anda por los 200 mil pesos, depende si es Primera o Primera B, pero nada se compara con las cifras del extranjero.
En Qatar, palabras mayores, miles de euros por encuentro.
En las eliminatorias unos dos mil dólares.
En la Sudamericana o Libertadores, según las etapas, pueden ser hasta tres mil y en las fases de arriba no digamos. Hotel, avión, locomoción. Y viático.
Hay que ser designado. Como los antiguos senadores.
Entre los árbitros, hace poco más de diez años, se descubrió un club de póker, donde siete silbantes, en confianza y entre brindis, designaban a un colega para Concepción y en Calama. De hecho, los de la denuncia fueron tres ausentes que no eran de la timba y a los que no mandaban a ninguna parte.
Hasta llegar al caso de ahora, acusaciones de ida y vuelta, con el cuento de un pito enamorado que habría privilegiado a una colega en el pasado y en el futuro, porque fue designada para la Copa Mundial Femenina que se disputa a partir de julio en Australia y Nueva Zelanda.
El abogado que defiende a una de las partes, dos árbitras, representó a Javier Castrilli, que llegó a la Comisión de Árbitros como sheriff con escoba nueva. En marzo de 2022 eran seis árbitros menos, entre renunciados y echados. En abril echó a 11 más. Encontró, según dijo, nepotismo, ignorancia y corrupción. A la semana la ANFP lo echó a él; y se reintegraron los 11 de la fama.
Roberto Tobar nada más llegar a la presidencia de la Comisión de Árbitros aumentó el número de despedidos: 14.
En los estadios y a veces en las protestas ciudadanas, la gente enojada, exagera y grita: “¡Que se vayan todos!”. Para ser inclusivo: “¡Que se vayan todos y todas!”. Para no dejar dudas: “¡Que se vayan todes!”.