Comienza el debate de fondo. Ya se definió el marco fundamental para el debate y los expertos entregaron un borrador. Pero será el electorado quien decidirá en última instancia. Él es la calle de verdad. No así para Apruebo Dignidad, cuya calle es un eufemismo para llamar a la violencia. Esto hace muy necesaria una actividad constante y decidida en redes sociales y en espacios de la sociedad civil. Es allí, la calle de verdad, donde tendrá que ganar el debate razonado frente a la violencia que apunta a conquistar el poder siendo minoría.
Se han prodigado muchas flores y alabanzas por la tarea desarrollada hasta aquí. Pero los puntos conflictivos quedaron en suspenso o disimulados con vaguedades o expresiones cuyo sentido puede ser torcido. Y es en esos puntos donde se van a librar las batallas cruciales y definitorias. La campaña comienza ahora, y se librará en paralelo en el recinto cerrado de los debates tanto como en la calle abierta, es decir, en las redes y sociedad civil. Los consejeros deberán desdoblarse asumiendo también el proselitismo, junto con el apoyo indispensable de equipos territoriales y virtuales.
Se trata de enfrentar las bravatas “democráticas” de la izquierda y explicar con claridad y vigor las soluciones que se propongan. Siempre teniendo presente convencer antes que imponer una mayoría que luego estará sujeta a plebiscito. El electorado ha demostrado estar expectante y deseoso de soluciones razonables: no es voluble como se ha pretendido presentarlo. Es el mundo político el que, con su falta de claridad y de convicciones, ha sido el derrotado en los últimos comicios: ahora tiene la posibilidad de repuntar. Esto significa que no hay que dejarse dominar por la táctica del pluralismo impositivo de la izquierda, que apunta a acuerdos que validen eufemismos encubridores o interpretables. Es preciso jugar a la ofensiva, planteando las soluciones en forma positiva y no como mera reacción frente a la seducción del palabrerío.
El núcleo del contrabando radica en la frase Chile “se organiza” en un Estado social y democrático de derecho. Esta olvida que Chile es una nación preexistente, y que ahora solo establecemos las bases institucionales para nuestro gobierno, junto con los derechos y deberes colectivos que conjugan la libertad con el ámbito de lo social.
La irracionalidad de la violencia física, verbal y eufemística que nos ha envuelto estos años, debe quedar al descubierto con coraje y planteamientos sensatos, claros y decididos.