La tarde del miércoles, el Pleno de la Corte Suprema llamó a una sesión extraordinaria con un único motivo: dar cuenta, y aceptar, la renuncia presentada esa misma mañana por la ya exvocera de la Corte Suprema, Ángela Vivanco, al cargo de portavoz. Lo había hecho mediante una carta y en una reunión de alrededor de 20 minutos con el presidente del máximo tribunal, Juan Eduardo Fuentes.

Horas más tarde, la primera autoridad del organismo informó públicamente de la decisión, finalizando así tensos días vividos al interior del Poder Judicial tras los dichos de la ministra el fin de semana.

La jueza dijo que el fallo de las isapres, dictado en noviembre pasado por la Tercera Sala (ver recuadro), que ella integra, no tenía “alcances generales”, como se venía debatiendo, sino que las aseguradoras solo debían devolver excedentes a quienes hubiesen demandado. Aunque en más de una oportunidad aseguró que sus dichos habían sido a título personal, había molestia entre algunos de sus pares.

El mismo miércoles los magistrados resolvieron un segundo asunto: se dieron un tiempo para evaluar si se designará a un nuevo vocero y que, en el intertanto, asumirá esa labor el ministro Fuentes.

Pleno de acuerdo con la decisión

Al no designarse a un vocero le corresponde al presidente de la Suprema asumir ese rol, no siendo incluso necesario que haya un acuerdo entre los ministros al respecto. Pese a ello, durante esa sesión extraordinaria de Pleno todos los jueces aprobaron este plan de acción.

Cada nuevo vocero que asume en el máximo tribunal es elegido por el Pleno, aunque desde que se creó la figuea en 2007 se ha seguido la sugerencia del presidente de turno.

Y, en el caso de los suplentes, cuando los hay, este es nominado por el Comité de Comunicaciones, indica la normativa interna. En el escenario actual, este último organismo no tiene participación en el proceso.

Un acta de 2016, que compendia las normas y atribuciones de la vocería, establece su permanencia en no más de dos años. Han ocupado el cargo como titulares, además de Vivanco, los ministros Urbano Marín, Milton Juica, Hugo Dolmestch, Lamberto Cisternas y Gloria Ana Chevesich.

¿Reevaluar la figura?

Ese mismo documento destaca de manera positiva que la vocería “se ha constituido en un eficiente canal de comunicación entre la Corte Suprema, los medios de comunicación y, en último término, la opinión pública, posibilitando que la información relevante fluya genuina y oportunamente”.

Tras esta polémica, algunos especialistas han señalado que aunque se trata de una buena iniciativa para poder explicar a los ciudadanos algunos temas, se debe tener cuidado con resguardar la neutralidad de los jueces, su independencia e imparcialidad.

Mientras que otros cuestionan que haya dejado de ser el presidente de la Corte Suprema o las secretarías quienes establezcan esta comunicación.