Señor Director:

De forma automática relleno los formularios que abundan a la hora de pedir una hora clínica o comprar algo: anoto, sin cuestionarme, mis nombres, mi apellido paterno, mi apellido materno. Nunca me detuve a pensar en la violencia latente que encerraba esta forma de identificarnos hasta que con Jaime, mi marido, fuimos padres de Clemente y Lola. Para ellos, ese orden establecido de definirse es absurdo. Ellos tienen dos papás, ¿dónde calza mi apellido y el de mi esposo en esa ficha universal?

Uno de los pilares del programa de Gobierno del Presidente Gabriel Boric fue la Ley Integral contra la Violencia hacia la Niñez, destinada a proteger la infancia en el ámbito familiar, social, digital o estatal.

¿Qué ha pasado en este primer año? Según información del Registro Civil, 500 niños han sido reconocidos bajo la ley de Matrimonio Igualitario con dos madres o dos padres. Mi pregunta ahora es si el Estado, las instituciones de educación tanto públicas como privadas, están a la altura para recibir a estos niños y asegurarles un trato igualitario y sin vulneración de sus derechos a no discriminación. La respuesta es no.

¿Qué deberá decir Clemente cuando le pregunten por apellido materno si él tiene dos papás? Como sociedad debemos asegurar que los hijos de estas nuevas familias puedan tener los mismos derechos que el resto de los chilenos. No nos quedemos solo con los titulares.

“Es un detalle”, dirán algunos. No lo es. Un nombre es una identidad, una historia y un derecho. Estos primeros 500 niños merecen respeto y partir por cambiar los formularios, pruebas, “planillas”, es un paso en ese sentido. Primer y segundo apellido. Algo simple y fundamental. Solo con ese pequeño cambio, estaríamos dando un gran paso en un lenguaje inclusivo que impactará no solo a los hijos de familias homoparentales, sino que también a los hijos de familias monoparentales y a quienes cambiaron el orden de sus apellidos tal como está legalizado en Chile.

Hago un llamado a las autoridades y a la sociedad civil para que en toda la educación preescolar, escolar y universitaria realicemos un cambio que permita la total integración de estos 500 niños y niñas que serán muchísimos más en el futuro.

Javier Silva Müller