Los países se desarrollan cuando tienen instituciones sólidas. Estas proporcionan las bases necesarias para el desarrollo de buenas políticas públicas, generando los incentivos propicios para el diseño e implementación de políticas efectivas y eficientes. Cuando estas instituciones comienzan a fallar, se deterioran las políticas del país.
Desde hace años, el debilitamiento de nuestro sistema político ha afectado su solidez, y con ello la solidez de nuestro sistema de deliberación de nuestras políticas, el Congreso, y del aparato para implementarlas, el Ejecutivo. Como consecuencia, hemos ido perdiendo nuestra capacidad de generar políticas que promuevan el crecimiento integral del país, esto es, que generen mejores salarios, mejores viviendas y barrios, y más servicios y bienes públicos.
La actual debilidad de los partidos tradicionales, su desfondamiento, y el surgimiento de múltiples partidos, algunas veces identificados como el instrumento de un caudillo y por ende de corta vida, impiden que se puedan elaborar buenas políticas públicas. A lo anterior se suma una dificultad adicional que es la creciente polarización que vive el país.
En este contexto, desde hace un tiempo las políticas públicas han sido desarrolladas por hechos consumados motivados por la inacción, y no por una motivación común y de largo plazo, resultante de un proceso de análisis y de sana negociación.
Desde el año 2018 hemos discutido sobre una reforma al sistema de pensiones sin éxito. Un tema central que ha dificultado el avance de este trabajo ha sido el rol que debe tener la capitalización individual en el sistema previsional. La discusión se ha tergiversado, ideologizado, y nunca se ha podido zanjar. Pero de facto, mediante la inacción, el no aumento de la cotización y de la edad de jubilación, y ahora en forma más evidente vía los retiros, se ha ido avanzado a un sistema descapitalizado, donde lo que se puede financiar de la pensión con el ahorro individual es cada vez menor, y lo que se financia vía un sistema con características de reparto —sin ahorro previo— ha pasado a ser mayoritario.
En el transporte público también nos ha pasado algo similar. Desde hace años existe un debate respecto a cuál debe ser el subsidio que debe tener el sistema de transporte público. Algunos plantean que el transporte público debe ser gratis. Ahora, hoy el ex-Transantiago tiene un subsidio que cubre más del 40% de la operación. ¿Quién lo ha determinado? De facto este se ha ido determinando por inacción y el aumento de la evasión. Evasión que, en ciertas ocasiones, ha sido llamada como medio para lograr un derecho social.
En salud estamos viviendo algo similar. Desde hace años se ha planteado que el sistema de isapres presenta una serie de falencias. A pesar de que existe cierto consenso respecto a lo anterior, como país, el sistema político no ha podido acordar un camino para solucionarlos. Existen posiciones muy opuestas respecto al rol que debe cumplir el sistema privado. Una visión es que este debe ser absorbido en la parte medular por el sistema público. Este problema no ha podido ser resuelto en la instancia en que debiese hacerlo: el Congreso. Pero nuevamente, de facto sí se está adoptando una nueva política pública, tanto por vía de un fallo judicial, el cual puede llevar a la quiebra al sistema privado, como también por la inacción frente al desangre del sistema por la explosión de las licencias médicas, las cuales representan más de un tercio del sistema y tienen claras señales de tener una importante componente de fraude.
No debiéramos sorprendernos de que si seguimos adoptando políticas públicas vía la inacción y hechos consumados, sin que las instituciones donde estas se deben decidir tomen un rol preponderante, seguiremos teniendo resultados mediocres y la población seguirá sufriendo las consecuencias. Estamos frente a un problema institucional, donde las actuales reglas del juego no están sirviendo. El debate constitucional debe tomar esta problemática y proponer cambios que ayuden a superarla.
Alejandro Micco
Profesor Facultad de Economía y Negocios Universidad de Chile