Señor Director:

Una arista de la verdadera onda delictual que se ha instalado en Chile son las reacciones de autodefensa.

Los expertos hablan sobre los peligros de repeler con armas un ataque de delincuentes. Sin duda, puede llevar a excesos y a sostener autodefensa cuando existe un delito directo. También aumenta el riesgo de tener más armas.

Autoridades de gobierno y parlamentarios comentan sobre la inmensa preocupación que los invade. La policía, como corresponde, describe lo que ocurrió en cada caso.

Por supuesto, aparecen las máximas penas, todo el peso de la ley, sobre quienes resulten responsables. Resulta que el peso de la ley parece ser leve, como lo he señalado, y los responsables probados resultan escasos.

Lo que esperamos, y no se observa, es una política decidida, clara y eficaz para atacar la delincuencia. Los elementos políticos, sociológicos, económicos y culturales son conocidos. Entonces, surge una interrogante, con angustia y rabia: por qué no se actúa con firmeza, asignando más recursos materiales, usando prácticas conocidas en otros países.

Con el aumento del narcotráfico y de los delitos violentos ya es dudoso que se respete la ley. Ni siquiera la ley de la selva.

Hugo Lavados Montes