El presidente de la ANFP, Pablo Milad, acaba de ser traicionado. Uno de los integrantes del grupo de WhatsApp que comparten los presidentes de los clubes de Primera División filtró a La Tercera una conversación en la que el timonel del fútbol y otros dirigentes quedan expuestos por sus opiniones en relación con temas sensibles para los estándares que hoy maneja la sociedad chilena. Otro frente que se abre para el curicano, acosado por una gestión irrelevante, aunque todos estábamos avisados. En especial el consejo de presidentes, que después de su primer mandato sabía que la responsabilidad lo superaba. Sus promotores tienen mayor culpa.
Lo anterior no significa que se justifique el procedimiento usado para exponerlo. Es una bajeza, porque, aunque estén equivocados, Milad y quienes participan del diálogo que conocimos expresan opiniones. No son actos ni acciones dolosas o irregulares. El autor o autores de la divulgación tienen como objetivo provocar un hecho de tal gravedad que signifique la caída del presidente de la corporación. En el fútbol operan fuerzas ocultas, que se organizan o generan alianzas cuando llega la hora. En su momento le dieron un golpe de Estado a Sebastián Moreno y ahora queda más que claro que comenzó la operación para desbancar al exintendente del Maule.
Los flancos de Milad son demasiados. La ANFP se encuentra demandada por TNT Sports, su socio principal, por incumplimiento de contrato. En las últimas semanas conocimos tres duros comunicados de la compañía que emite los partidos de los torneos de Primera División, Ascenso y la Copa Chile por los cambios sucesivos e imprevistos en la programación. En el mundo de las grandes corporaciones, es casi imposible que un gigante como la firma estadounidense emita notas a los medios, más aún si se encuentra en un conflicto judicializado. Debe ser muy grande la molestia y el daño para que existan pronunciamientos lapidarios como el revelado la tarde del jueves.
Mientras Colo Colo y Curicó Unido se preparaban para el duelo que abría la última fecha de la primera rueda, los teléfonos comenzaron a sonar. En algunos grupos dirigenciales incluso se habla de la posibilidad de darle una salida honorable a Milad y conformar una mesa de consenso. Lo más probable es que el presidente intentará sortear la borrasca. A menos de un año de su elección, la crisis por la que atraviesa su administración es gigante. La caja está vacía, el espectáculo es pobre, los estadios desiertos por las restricciones de la autoridad, los juicios apremian y ahora el quiebre con el Gobierno asoma como un dato lapidario.
Cuando se buscan soluciones para combatir la violencia en las canchas, ¿cómo se sientan ahora los interlocutores de Quilín ante los funcionarios gubernamentales? En estas circunstancias lo peor es la pérdida de las confianzas, aunque el ministro del Deporte, Jaime Pizarro, dijera que las relaciones son institucionales y no personales. En La Moneda cuestionarán todo lo que provenga del fútbol. Los puentes están cortados. Sumemos además un factor que pocas veces se menciona. Históricamente, la sensibilidad de los dirigentes ha estado en las antípodas de la coalición que hoy gobierna.
Complejo, muy complejo.