La tarde estaba más cerca del verano que del otoño profundo. Ideal para ir a Santa Laura, que en la semana de su centenario albergaba el pleito entre Unión Española y ColoColo, dos de los clubes fundadores del profesionalismo. En un estadio para casi 20 mil espectadores se solicitó un aforo de cinco mil. Sobró espacio. Apenas 3.308 personas concurrieron hasta la plaza Chacabuco. Entre las restricciones de la autoridad y algún eventual incidente en el traslado o alrededores del recinto, los hinchas se distancian. Los neutrales, por ejemplo, sufren por las limitaciones para asistir.
La ANFP y sus asociados permiten que el fútbol se transforme cada vez más en un evento intrascendente, en una anécdota, que convoca a los incondicionales, a dirigentes y funcionarios, pero que se aleja de los ciudadanos normales. Si sumamos el juego, el combo es más penoso. Hispanos y albos perpetraron un duelo pobre, en una cancha que dificultaba el accionar de los futbolistas. Unión hizo más con orden y muchos nombres anónimos. El esmirriado equipo de Gustavo Benítez está al menos dos goles abajo que el Cacique campeón del año pasado.
Este lunes, la añosa cancha de Independencia recibe a Universidad de Chile frente a Cobresal. Será sin público, porque los tribunales del fútbol sancionaron la inconducta de un grupo de delincuentes que usa a la U como excusa para sus tropelías, pero también porque Azul Azul hace rato muestra incapacidad para organizar sus espectáculos. Los hinchas de verdad, los abonados, son maltratados y casi timados: tienen que pagar su membresía, los mueven a Valparaíso, Talca o Concepción y no reciben la mínima compensación.
Así está el fútbol chileno, que mira a las selecciones nacionales como tabla de salvación, sin darse cuenta de que la competencia interna es fundamental para generar el vínculo con la representación nacional. La próxima semana la liga será detenida por casi un mes en una planificación inexplicable. Los equipos empiezan a tomar ritmo, pero a ese tren que busca consistencia, lo detienen. ¿Existe alguna competencia seria que haga esto? En la UEFA no lo vemos. En Sudamérica tampoco. El barrio opta por parcelar sus torneos, con campeonatos de iniciación y luego los definitorios.
A esta altura, lo que decimos resulta una majadería y da la impresión de que a los regentes no les interesa. Los seguidores del fútbol chileno nos quedamos sin argumentos para defenderlo frente a los oportunistas que buscan el aplauso fácil, a partir del grado de exposición que aún mantienen. No sabemos las razones del alejamiento de la Coca Cola como patrocinador de la selección chilena. Sin embargo, es una señal muy potente. El entorno lo explica.
La memoria reciente nos dice que las últimas tres temporadas se definieron por secretaría en las tres divisiones. Eso no es casual. Wanderers y San Marcos vivieron un bochorno, al jugar sin autorización de la autoridad. Su responsabilidad es innegable, aunque los mandos políticos y administrativos de la región de Valparaíso no se la pueden llevar pelada. Su conducta y actitud mostró desidia y frivolidad. ¿Hay que estudiar en Harvard para autorizar un partido sin público? La función pública requiere dignidad y preparación.