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Editorial
Viernes 12 de mayo de 2023
Inflación: la batalla no ha terminado
Los esfuerzos de política monetaria deben mantenerse y una política fiscal más restrictiva no puede descartarse.
Las dificultades de las autoridades para controlar la inflación han pasado a caracterizar en el último tiempo a las economías del mundo. La fuerte expansión monetaria y fiscal que acompañó a la pandemia, con la natural inercia en el gasto que generó, ha obligado a implementar medidas extraordinarias. Entre ellas se identifican rápidos aumentos en los niveles de las tasas de política monetaria (TPM) y esfuerzos por contener el gasto público; todo, a pesar de que el despegue de la actividad aún no se ha concretado. En el caso de Chile, el esfuerzo se ha impulsado con mayor fuerza desde la política monetaria, con niveles de la TPM en 11,25% desde octubre de 2022.
Acciones de esa magnitud deberían generar una caída en la demanda y, consecuentemente, en los niveles de precios. Esto explica la atención del mercado frente a las novedades en materia inflacionaria dadas a conocer esta semana por el Instituto Nacional de Estadísticas.
La variación del nivel general de precios alcanzó un 0,3% en abril, acumulando un 9,9% en doce meses, lo que representa una reducción importante respecto del 11,1% de marzo. Sin embargo, un análisis detallado de las doce divisiones que conforman el índice muestra que ocho tuvieron variaciones positivas. Entre ellas, destacan salud, con una variación mensual de 1,5% (4,5% anual); transporte, con 0,8% (8,6%); vivienda y servicios básicos, con 0,7% (8,1%), y equipamiento y mantención del hogar con 0,7% (7,0%). Por su parte, si bien tuvieron variaciones menores en el mes, ítems tales como alimentos y bebidas no alcohólicas (14,8%), restaurantes y hoteles (13,3%), y bienes y servicios diversos (12,4%), aún acumulan importantes variaciones en doce meses.
Respecto del IPC sin volátiles, medida de inflación subyacente preferida por el Banco Central para efectos de analizar sus decisiones de política, su variación mensual fue muy superior al 0,4% del IPC general, alcanzando un 0,7%. Con esto, el índice aún muestra una variación anual de 10,3%, confirmando las dificultades para modificarlo. A modo de ejemplo, mientras la inflación general cayó desde un 14,1% (anual) en agosto del 2022 hasta el 9,9% de abril, aquella calculada sin volátiles pasó de 10,8% a 10,3% en el mismo período. Por otra parte, la variación de IPC Bienes sin volátiles llegó a un 11,4% en abril.
Estas cifras ayudan a poner en perspectiva, por ejemplo, las advertencias de la presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, respecto del nefasto impacto que tendrían nuevos retiros desde las cuentas de ahorros previsionales. En su presentación ante la comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento de la Cámara de Diputados, afirmó que nuevas medidas de este tipo conducirían a un escenario de mayor incertidumbre y sostuvo que los esfuerzos debieran estar puestos en fortalecer los equilibrios internos, lo que puede ser interpretado como una alusión a la necesidad de ajustar el gasto público. Esto se suma a la visión que ha emanado desde el instituto emisor en cuanto a que, frente a los altos niveles de inflación (más de tres veces la meta), parece poco prudente anticipar recortes en la TPM durante los próximos meses.
Por lo mismo, la positiva interpretación de algunas autoridades al circunstancial retorno de una inflación de un dígito parece prematura, sobre todo dadas las cifras: 9,9% (IPC general) y 10,3% (IPC sin volátiles). En principio, los altos niveles de precios observados durante el 2022 presionarán a la baja la inflación de 2023, simplemente por la alta base de comparación. Sin embargo, tal respuesta mecánica puede ser insuficiente para concluir que la inflación ya está bajo control. Por lo tanto, los esfuerzos de política monetaria deben mantenerse y una política fiscal más restrictiva no puede descartarse.