En día de elección, qué mejor que un poco de humor para bajar tensión: “¿Cómo se llama a un político que promete todo lo que la gente quiere escuchar? Candidato”. Si ya lo había escuchado, el chiste no le hizo gracia. Igual es medio malo. Pero fíjese que genera algo raro. Mientras más uno lo mastica, más aplica a la realidad. Digno de Freud.
Chile sufre de un profundo proceso de polarización. ¿Cuándo comenzó? Algunos ubican su inicio en la primera década de este milenio, otros en los cambios al sistema electoral iniciados en 2015. Las redes sociales han contribuido al fenómeno.
Y una población frustrada por una década de pobre crecimiento económico, pero rica en promesas incumplidas, fue receptiva al cambio. Tome, por ejemplo, la pregunta “¿diría usted que este país está progresando?”, de Latinobarómetro: 53,9% de los chilenos estuvo de acuerdo el 2010; 34,6% el 2015, y solo 12,6% el 2020 (último disponible). La encuesta CEP preguntó algo parecido el 2022: ¿Usted cree que en el momento actual Chile está progresando? 9% estuvo de acuerdo (35% prefirió “en decadencia”).
La respuesta de la política al derrumbe de la imagen de progreso ha acelerado la polarización. En vez de poner paños fríos, apelar a la responsabilidad, se doblaron las apuestas. Radicales ofertones son en la actualidad los pilares de las campañas. La idea de que una Constitución tipo árbol de pascua (llena de adornos) es la solución a los problemas, es una manifestación de lo mismo.
Por eso, no hay que ser adivino para anticipar que la polarización llegó para quedarse. Así es que hay que ser realista y prepararse para esa montaña rusa.
Un grupo que debe hacerlo con particular cuidado es el de los 50 consejeros constitucionales elegidos hoy. Su labor es diseñar un ordenamiento institucional que permita al país salir de la trampa del ingreso medio, lo que implica necesariamente generar un sistema electoral antifragmentación.
Lograrlo no será una bicoca. Primero, pues parte de la clase política no tiene incentivos para blindar al grupo del dañino fenómeno que nos afecta. Segundo, pues los futuros consejeros no sospechan que, por lo mismo, entran a trabajar cual novato domador que ingresa por primera vez a la jaula de los leones. Tercero, pues no podemos descartar que algunos elegidos ya estén contaminados. En efecto, durante la campaña se vio que a varios se les movían las patitas con los primeros acordes polarizadores. Promesa fácil tras promesa fácil, incluso algunos promoviendo lo mismo que se rechazó en septiembre del 2022. Justo al revés de lo que el país necesita, pero muy alineado con la actual división.
En el libro “El chiste y su relación con lo inconsciente”, Freud plantea que el humor expresa una catarsis de hostilidades reprimidas tanto a nivel individual como colectivo. La de hoy es una votación importante. Tómesela muy en serio. Si su candidato ofreció ilimitadas promesas en campaña, tanto que sacó carcajadas, piénselo dos veces. Quizás sea mejor ir por alguien más aburrido, pero menos inclinado a contribuir a la polarización de la sociedad.