Señor Director:

En el amplio y poderoso desarrollo de su pensamiento, el cardenal Raúl Silva Henríquez habló intensamente de la importancia del “alma de Chile”. Planteó inicialmente su idea en momentos nada fáciles, en el tedeum de septiembre de 1974. Más tarde, insistió muchas veces en el tema, porque creía que “el acervo más rico de la nacionalidad, (es) el alma de Chile”.

¿Cómo no recordar la sabiduría de sus palabras, siempre vigorosas, en estos días? Cotidianamente tenemos noticias, malas noticias, de crímenes inéditos en nuestra historia; de asesinatos y atentados contra Carabineros y miembros de la PDI; los “clásicos del fútbol”, inmortalizados otrora gracias a espectáculos de alto nivel y creatividad, son solo escenarios para grotescas y peligrosas manifestaciones de violencia, mientras siguen las ocupaciones, no solo de terrenos, sino incluso de departamentos listos para la entrega, y gravísimos atentados en la llamada “macrozona sur”.

¿Cuándo se rompió el alma de Chile?

¿Cómo podemos recuperarla, aunque sea con un parche a lo “maestro chasquilla”, también otra reliquia del pasado?

Abraham Santibáñez
Periodista