Señor Director:

En una carta de ayer, el profesor Juan Casassus manifiesta su preocupación por el uso del Simce y enumera sus supuestos efectos negativos. En condiciones normales, intentaría argumentar en contra, dando cuenta de las ventajas de esta herramienta. Pero no estamos en una situación normal.

La falta de información válida, confiable y comparable de los resultados de aprendizajes le ha costado caro al país en esta pandemia. El Plan de Reactivación Educativa que el Ministerio intenta impulsar para hacerse cargo de la tragedia de aprendizajes se beneficiaría de contar con datos que la violencia de octubre de 2019 y las suspensiones de clases de 2020 y 2021 impidieron levantar. Permitirían focalizar los esfuerzos donde más se necesitan (¿dónde irán los mil tutores actualmente inscritos?, ¿y los mil siguientes?). Sin perjuicio de eso, la evaluación de 2022, que estuvo a punto de suspenderse por voluntad del ministro, permitirá llevar a cabo el primer diagnóstico a nivel nacional de los daños de la pandemia en aprendizajes. Me atrevo a decir que ninguna herramienta disponible es más apropiada para estos fines que el Simce.

Daniel Rodríguez
Director ejecutivo Acción Educar