Señor Director: Hasta hace muy poco, hablar de orden parecía política y socialmente incorrecto, un concepto vetusto. Pero hoy —ante el desconcierto en que vivimos— el orden renace como el Ave Fénix. Es el clamor del pueblo. El orden es el sustrato donde debe asentarse cualquier tarea humana que entrañe dificultad y esfuerzo. Gobierno, familia, trabajo, empresa, educación, seguridad, etcétera, lo requieren como algo indispensable. El orden supone conducción y jerarquías. Hay quienes arguyen que todo eso coarta la libertad, lo que hasta cierto punto podría ser verdad, pero el orden es una condición previa. La sabiduría consiste en conciliar ambos conceptos evitando que uno oprima desmesuradamente al otro. Si así no fuere, como hoy se aprecia, vemos inyectada en nuestra convivencia el veneno del caos y la anarquía. Los actuales gobernantes en su plan de arquitectos de una “nueva sociedad” despreciaron el orden como la piedra basal de aquella albañilería. Olvidaron esa cita bíblica: “la piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular”. Tarde, muy tarde han llegado a amarla. Fabio Valdés C.