Los hinchas lo dicen y proclaman, sin pruebas, por supuesto, que es como mejor se habla y discute de fútbol, porque hay carta blanca para comentarios ardientes, argumentos infernales y conclusiones disparatadas.
Hay momentos en que no conciben a su equipo, porque se habían hecho esperanzas y ahora caminan derrotados y sin ellas. Se veían en una copa y en la otra también, y resulta que los eliminan de primera o se apuntan a duras penas, así que envueltos en la incredulidad y rabia necesitan explicarse lo inexplicable, y lo encuentran: le están haciendo a la cama al entrenador.
No es que los jugadores sean naturalmente malos, sino que están simulando a vista e impaciencia de los hinchas, fingiendo incompetencia, media máquina de esfuerzo físico y corriendo para atrás.
Haciendo como que no llegan, tirando ladeado el centro y aparentando lesiones, calambres o algún golpecito en el isquiotibial izquierdo, o el derecho, cualquiera de los dos sirve.
Trabando y saltando hasta por ahí nomás, dosificando más acá de lo razonable, ocultando el desgano y camuflando la apatía.
La representación del juego, porque no están realmente jugando, es por una razón: quieren desprenderse del entrenador, porque perdieron confianza, están aburridos, es un pesado, cayó en desgracia o los motivos que sean. Ya se creó el clima de cocción, la hinchada no tolera los míseros resultados y la dirigencia de Universidad Católica, porque de ese equipo se trata, no tendrá más alternativa que echar a Ariel Holan.
Es difícil tener pruebas de algo así y el periodismo, porque se estudia en la academia y no en el camarín, necesita pruebas para acusar de algo tan grave a un plantel, ya que implica conjura y deslealtad, felonía con el club, traición con la hinchada y bajeza profesional, desde luego.
Juvenal Olmos detectó la confabulación y las pruebas están en su experiencia de vida como jugador y entrenador.
Descubrió, según sus expresiones, que los jugadores de la UC se las vienen tirando desde hace 10 meses, no la mojan, no corren, no meten la suela y se llevan al técnico al lomo, porque tienen experiencia en la materia y ya echaron a los dos últimos DT.
En el espinazo partieron con Gustavo Poyet, en las espaldas se llevaron a Cristián Paulucci y sería en el lomo a Ariel Holan.
Olmos vio hacer la cama y sabe que esas intrigas existen.
Vio esas cosas y estuvo en planteles que manejaban ese juego de tronos, donde las piezas del tablero son almohada, frazada, sábana y plumón.
No se sabe si él, alguna vez, y cuando era jugador, le hizo la cama a algún director técnico.
O bien si a Juvenal Olmos, cuando fue entrenador, le hicieron la cama.
Son cosas que no se olvidan.