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Cartas
Miércoles 12 de abril de 2023
Sobre el sistema electoral
Señor Director:
Concuerdo con Jorge Correa (lunes) en cuanto a que las bases del sistema electoral tienen que quedar en la Constitución y no dejar su determinación a la decisión de los parlamentarios, que, muy probablemente, por ser incumbentes, tenderán a reproducir y no subsanar los vicios actuales, sobre todo referidos a la fragmentación partidaria.
Sin embargo, tengo muchas dudas sobre hacer coincidir las elecciones parlamentarias con la segunda vuelta presidencial (casi siempre habrá segunda vuelta en un país como el nuestro, y es bueno que así sea). Mi temor es que puedan surgir dinámicas del tipo “un Parlamento para Chávez” o “un Parlamento para Bolsonaro” o “un Parlamento para Bukele”, solo por mencionar presidentes populistas de izquierda, derecha o centro, para el caso de que sean elegidos en segunda vuelta. El populismo, el caudillismo y la irrupción de los outsiders siguen siendo la gran lacra de la política latinoamericana y la principal amenaza para la democracia en el mundo. Una Constitución tiene que contener una estructura de incentivos y desincentivos para impedirlo.
Con la fórmula propuesta por la Comisión Experta —que ha hecho un trabajo encomiable en esta primera parte de su cometido— se pretende incentivar que los presidentes cuenten con mayorías parlamentarias. Eso suena bien, pero no siempre es una virtud. Si vamos a tener presidencialismo, entonces hay que fortalecer y no debilitar los checks and balances, y el “gobierno dividido” (cuando no se corresponden las mayorías en el gobierno y el Parlamento) es un peso y contrapeso del sistema.
Cuando el presidente no tiene mayoría en el Congreso, tiene que negociar, que es lo propio de la democracia representativa y deliberativa. Clinton y Obama tuvieron mayoría adversa en el Congreso durante 12 de los 16 años de sus mandatos y nadie puede pensar que la democracia estadounidense estuviera en peligro.
Sería del todo recomendable que presidentes como Chávez, Bolsonaro o Bukele tuvieran mayorías adversas en el Congreso, y no favorables. Frente a la amenaza del populismo, el gobierno dividido se transforma en una virtud y no en un problema.
Ignacio Walker