La selección Sub 17 que dirige Hernán Caputto inicia el hexagonal clasificatorio al Mundial de la categoría con las expectativas altas. Y es que, tras lo mostrado en los cuatro partidos de la fase clasificatoria, hay una certeza clara: este es un equipo que puede no ser vistoso y tener irregularidades que provocan que por muchos pasajes lo sobrepasen, pero tiene calidad individual y un tremendo sentido de lucha. Y eso no es poco.
Es obvio que de cara a la pelea final ante Argentina, Brasil, Paraguay, Venezuela y Ecuador hay que tener claro que lo exhibido hasta ahora tendrá que mejorarse y aumentarse —según sea el caso—, porque cada partido será decisivo. Si se consigue o no llegar al Mundial, dependerá mucho de la fortaleza física y mental del grupo, y no solo del trabajo táctico-estratégico que Caputto y su cuerpo técnico logren imponer, sino que también el motivacional.
Pero más allá del resultado final que tenga el hexagonal para Chile, cabe preguntarse por qué este equipo Sub 17, en comparación con el Sub 20 que tanto decepcionó en el último Sudamericano, sí ha podido desplegarse como una escuadra con personalidad propia. ¿Será cosa de generaciones de distinto nivel? ¿Acaso es el signo de que ahora recién se están viendo los frutos de una planificación macro? ¿Se tratará de diferencias en la mano técnica?
Veamos. Lo primero es relativo, porque es imposible proyectar el futuro individual y colectivo de este grupo. Lo segundo es improbable: no hay pistas de que esté en marcha un plan serio y metódico en el fútbol chileno. Por ende, es probable que sea lo último —el mérito personal del DT— lo más cercano a la realidad.
Patricio Ormazábal, ex-DT de la Sub 20, es un entrenador que está construyendo su carrera por etapas. De ser entrenador de divisiones menores, Ormazábal pasó a dirigir a profesionales (algunos partidos en la UC y luego en Magallanes), y su llegada a la Sub 20 surgió para él como una estación más en su proyección. Por ende, dirigió al equipo bajo códigos muy acordes con lo que estaba realizando, es decir, tratando de articular una estructura basada en sus particulares ideales competitivos más que en la forma variable que requiere una escuadra plagada de jugadores que individualmente están en etapa de consolidación en sus respectivos clubes. Y esa incomprensión (de ahí se entiende que tratara de niños a sus dirigidos) fue la que finalmente llevó a Ormazábal a la confusión y al fracaso en la consecución del objetivo.
Distinto es lo que acontece con Caputto. Y es que, a pesar de ese paréntesis un tanto emocional que tuvo aceptando ser DT del primer equipo de la U (que no se puede criticar si se entiende que él lo vio como una apuesta personal), su ya largo trabajo en las series y en las selecciones menores le han dado un alto grado de comprensión sobre cómo estructurar un equipo de estas edades.
Caputto, a diferencia de Ormazábal, no impone idearios, sino que trabaja sobre la base de las opciones que le dan los jugadores que tiene.
La Sub 17 que él clasificó al Mundial de India (2017) era rasposa, fortalecida en lo defensivo y con adicción al pelotazo largo. La actual, en cambio, es de presión alta, de recuperación y más elaboración. Defiende bien y ataca cuando tiene la opción.
La conclusión cae de madura. A nivel de selecciones menores, para un entrenador, más importante que imponer el sello personal es el entendimiento que se tiene de los jugadores.
Eso lo saben los expertos. Y Caputto es uno de ellos.