La comisión de expertos, por unanimidad, ha aprobado normas para la futura Constitución muy relevantes y que de aplicarse en el futuro superaríamos el principal problema del sistema político chileno en la actualidad, que es la excesiva fragmentación de partidos políticos en el Parlamento.
La principal norma es el establecer el umbral del 5%. Esto significa que en la próxima elección de diputados si un partido a nivel nacional no alcanza esa cifra no puede elegir parlamentarios. Esto significa, si lo aplicáramos hoy día, que en vez de 21 partidos con representación en el Parlamento, se reduciría a solo seis. Esa es la envergadura del cambio positivo que implica dicha norma. En mi opinión, lo que falta precisar es que el partido político que no alcanza ese umbral no solo no elige parlamentarios, sino que desaparece legalmente como es la norma vigente. Los efectos políticos de dicho umbral son muy significativos, particularmente en la izquierda, ya que obligaría tanto al Frente Amplio como al Socialismo Democrático a transformarse en una sola fuerza política respectivamente.
Una segunda propuesta es fortalecer la disciplina partidaria, que se expresaría en que un parlamentario electo por una determinada lista, si sistemáticamente está fuera de la línea política del partido que lo llevó al Parlamento, el partido puede expulsarlo y con esa decisión pierde el cargo dicho parlamentario. Esta norma permite superar a los díscolos permanentes y a los que confunden la tarea política como colectivo con un emprendimiento político individual. Además, si un parlamentario elegido en una determinada lista se cambia de bancada o de partido pierde inmediatamente el cargo, lo que impediría el “turismo” que sufre hoy día el actual Parlamento donde, a manera de ejemplo, coloco los siguientes: un diputado elegido por Renovación Nacional, el mismo día que asumió como tal, se pasó al Partido Republicano; una senadora elegida por Evópoli posteriormente se trasladó a Renovación Nacional y hoy día está en el Partido Republicano. Hoy día en el Parlamento hay más de 39 diputados que se autodefinen como independientes aunque fueron elegidos en listas de coaliciones y partidos y, una vez electos, presumen de independientes. Para que usted sepa, estimado lector, de los 205 parlamentarios vigentes solo tres fueron elegidos como independientes propiamente tales, me refiero al senador Bianchi, a la senadora Campillai y al diputado Bianchi. Esos son los verdaderos independientes.
Pero lo que falta en esta disposición es aplicar la misma disciplina partidaria a los cargos regionales y locales. Son innumerables los actuales gobernadores, alcaldes y alcaldesas, consejeros regionales y concejales y concejalas que elegidos en una lista partidaria, posteriormente, una vez electos, se cambian de partidos o se transforman en independientes. En mi opinión, no sacamos nada con disciplinar a nuestros representantes en el Parlamento y no considerar la indisciplina en los gobiernos regionales y locales.
Refuerza las normas anteriormente mencionadas el retorno a las órdenes de partido; es decir, que cuando un partido político delibera en sus instancias de dirección y define una línea política y/o programática, los parlamentarios elegidos en dicha lista están obligados a obedecer esa orden de partido, de no hacerlo se exponen a la expulsión y, lo más relevante, a la pérdida del cargo.
Todas las normas mencionadas requieren simultáneamente asegurar la democracia interna de los partidos políticos, consideración esencial que también adoptaron por unanimidad la comisión de expertos y que implica que las elecciones internas en los partidos políticos sean administradas por el Servicio Electoral, que va desde la construcción del registro de militantes, pasando por la definición de los locales de votación y que debe terminar en la fiscalización del recuento de votos. Dado el poder que estas nuevas normas les confieren a las direcciones políticas, estas a su vez deben ser elegidas y fiscalizadas por el Servicio Electoral con la mayor transparencia.
Todo lo anterior no va a ser fácil, porque los conflictos de interés ya están apareciendo. Ya han surgido algunas voces que al umbral definido del 5% le están agregando, aunque elevando el número, lo que está vigente hoy día; es decir, si un partido no alcanza el 5% pero si elige más de cuatro parlamentarios en más de una región, puede tener presencia en el Parlamento. Eso es “gatopardismo” puro. Otras voces están hablando de que esta norma se aplique con gradualidad, lo que implicaría cuatro u ocho años más de un Parlamento fragmentado.
Para la gobernabilidad del país, esté en La Moneda una coalición de izquierda y/o de derecha, es imprescindible que las normas mencionadas estén en la futura Constitución.