Señor Director:

Algunos exigen que pida “perdón”, otros le solicitan “disculpas”, pronto aparecerán quienes le sugieran algo más sutil, como “lo lamento”. Es verdad que el Presidente ha cometido un grueso error al despreciar y denostar en el pasado la función policial. Grave, muy grave. Nos ha costado muy caro, pero conminarlo hoy a pedir perdones —en cualquiera de sus formas— me parece una discusión bizantina, una polémica estéril, arrastrándolo hacia el callejón de la humillación. Mas allá de haber cometido aquellos menosprecios hasta el hartazgo y con ribetes de arrogancia, me parece que lo que importa hoy en Chile es cuidar la institución presidencial.

Lo verdaderamente relevante es el giro de timón que parece estar impulsando el capitán de la nave presidencial, siempre que este no sea solo un recurso retórico, sino una nueva convicción auténtica y perseverante. Pensemos lo difícil que debe ser aquello en el plano íntimo personal (las conversiones suelen ser desgarradoras) y teniendo además tras de sí una marinería rebelde y contestataria.

Por mi parte yo le daría al Presidente el beneficio de la duda, en la esperanza de que su actual apoyo a la gestión policial sea sincero, perdurable y eficaz. Es urgente hoy la recuperación de la seguridad ciudadana, piedra angular de la convivencia y desarrollo de Chile.

Fabio Valdés C.