Señor Director:

Carlos Peña le exige al Presidente Boric lo que un confesor haría con un pecador: reconocer su error pasado y propósito de enmienda. Todo ello a propósito de cambios de posición frente al actuar de Carabineros, sin reparar que es cosa muy diferente controlar el orden público en caso de masivas protestas sociales —como hemos visto últimamente en varios países—, y el combate al delito, principalmente al crimen organizado.

No recuerdo ningún caso en que el Presidente Boric haya estado de parte de los delincuentes. Si de indultos se trata, entonces todos los presidentes debieran haber ido o ir donde el confesor.

Lo que importa en política es que el gobernante enfrente adecuadamente las circunstancias y desafíos que vive el país, aunque ello suponga cambiar de opinión. Lo peor sería que hiciera caso omiso de la nueva realidad con tal de mantener una porfiada coherencia.

Siguiendo las exigencias de Carlos Peña, habría sido imposible la recuperación de la democracia. Felizmente muchos que apoyaron o avalaron la dictadura mudaron de parecer, aunque siguieran justificando su actuar anterior. La política es consustancial al cambio. ¿No subió al poder el general De Gaulle prometiendo mantener la Argelia francesa para terminar a poco andar dándole la independencia? ¿O el Presidente Petro, ayer guerrillero, hoy enfrentado a los grupos armados?

La ciudadanía juzga a sus gobernantes más por los resultados que por “lo que se hizo o dijo ayer”.

José Antonio Viera-Gallo